Estaba en una manzana que hoy forma parte de plaza Lavalle y
se levantó en 1868, cuando el lugar era prácticamente salvaje.
Cuando a la zona se la conocía como el Hueco de Zamudio (un
área comprendida por unas diez manzanas), los desbordes del arroyo Tercero
solían convertir el terreno en un lodazal. Hasta dicen que había una pequeña
laguna donde algunos iban a cazar patos. Pero, un día, una manzana del lugar se
remató en una subasta y la puja la ganó un comerciante a quien consideraban uno
de los porteños más ricos de ese momento.
Eso ocurrió en 1841, el comerciante
se llamaba Mariano Agustín Miró Dorrego (director de varias instituciones
financieras) y el terreno en cuestión comprendía la manzana de las actuales Viamonte,
Libertad, Córdoba y Talcahuano, en el barrio de San Nicolás. Entonces, para ese
terreno el paisaje cambió: allí, el hombre hizo construir una mansión que se
mantuvo en pie hasta 1937, cuando el terreno fue expropiado por la
Municipalidad para ampliar la plaza, y la demolieron. Al edificio lo conocieron
como el Palacio Miró y mantiene un lugar destacado en la historia de Buenos
Aires.
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