Extractos de una conversación con Enrique
Cadícamo: «No estoy de acuerdo para nada con la llamada vanguardia
del tango. Vanguardia es lo primero que cae en la línea de fuego. En un combate
la vanguardia es la que va adelante. En el tango hay algo parecido. La
vanguardia del tango es lo primero que cae ante la indiferencia de todos los
que conocen lo que es el tango.
«El tango es una raíz popular, como otros ritmos en otras partes del mundo que
no han cambiado ni han desvirtuado, que no le han puesto otro ropaje. ¿Se puede
modernizar el cante jondo? Sería un disparate. ¿Por qué? Porque es de raíz
popular, mora, española. Todo lo que sea progreso me encanta pero en algunas
cosas no tiene sentido. Que lo hagan en las máquinas, en las computadoras, que
lo hagan en los espectáculos. En esto no.
«El tango es una cosa muy humilde, muy sencilla. Lo tocaban tipos que no tenían
preparación académica musical comoÁngel
Villoldo, Eduardo
Arolas, Enrique
Delfino. Era un sentimiento que valía más que toda la parte ortodoxa
que pudiera tener la partitura. Al tango hay que dejarlo como está. Es una cosa
nuestra, es un paisaje que quedó de antes. El tango ya quedó. Es imposible hablar
de un tango que venga.
«Yo estaba en París cuando el tango empezó a caminar en el año 28. El tango
llega a lo que llega porque es una música sencillísima que venía de la
ultrapampa, decía en un lenguaje.
«Hoy no se pueden escribir letras de tangos porque el tango es una cuestión de
clima, de época. Celedonio
Flores, por ejemplo, le da un clima de época, un paisaje. ¿Por qué?
Porque tiene palabras que se ajustan a lo que era Buenos Aires. Ahora habrá
otras palabras que las busquen ellos. Donde muere el autor, muere la época.
Para mí ya murió la época del tango.
«Hoy pueden haber compositores y autores de música, pero no de tangos. El tango
sería entonces otra cosa, otra manifestación actual. Sería canción de Buenos
Aires, o qué se yo. Otro título que le dieran.
«¿Cuándo termina la época de ese tango? Con los tangos conocidos, tradicionales
y de antología. Ahí terminó la época. Yo puedo hacer un tango en 20 minutos o
en 15. Si es media hora no vale. Lo hago todavía con el sabor y con el estilo
que supe conocer en Buenos Aires en el año 20, en el 25 o en el 30.
«La gente quiere escuchar lo antológico, lo que quedó, lo que hizo una época.
Las cosas nuevas, las de ahora, no son lo mismo. Gardel grabó 23 tangos míos.
Es un récord honroso, quiere decir que algo sé de tangos.
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