sábado, 20 de enero de 2018

Rosario, origen y fundación - Parte 2

El Pago de los Arroyos

Posteriormente, a la muerte de don Luis, serían sus hijas, Francisca y Juana, quienes se repartirían las tierras. Francisca recibiría una porción de una legua a partir del Arroyo Ludueña hacia el Sur, en tanto que a Juana le correspondería la otra fracción, considerablemente mayor, pero a cambio de hacerse cargo de las deudas. Fue en esta segunda estancia donde el hijo de Juana, el capitán Domingo Gómez Recio, construyó un Oratorio llamado de la Concepción de los Arroyos. 

El mismo estaba ubicado a la vera del arroyo Saladillo y no en la actual Plaza de Mayo, dato que lúcidamente aporta Augusto Fernández Díaz en su trabajo “Rosario, desde lo más remoto de su historia”.

Asimismo, también merece mencionarse a la primera autoridad civil de la zona: don Francisco de Frías, quien en 1725 fue designado por el Cabildo santafesino como Alcalde de Hermandad para el Pago de los Arroyos.

No obstante, es necesario apuntar que no se le pudo asignar sitio fijo como asiento de su autoridad porque ningún pueblo existía hasta ese momento. Así fue como don Francisco se convirtió en un funcionario ambulante, recorredor de campañas mal delimitadas a las que comenzaron a trasladarse algunas familias del norte que huían de los constantes ataques de los salvajes. De manera que tampoco esta figura merece el título de fundador.

Por otra parte, a los pocos años surgió la necesidad de contar también con una autoridad espiritual que asistiera a los pobladores de ambas estancias.

Así fue como, en octubre de 1730, el Cabildo Eclesiástico resolvió crear el Curato del Pago de los Arroyos, designando como cura párroco a Ambrosio de Alzugaray, bisnieto de Romero de Pineda y sobrino del capitán Gómez Recio, propietario del oratorio.

Ahora bien, como ya señaláramos, el oratorio se llamaba de la Concepción de los Arroyos y no del Rosario. Todo indica que al momento de ser designado, el párroco Alzugaray llevó consigo una imagen de la Virgen del Rosario, la que desde hacía años era profundamente venerada en una reducción ubicada veinte leguas al norte de Santa Fe y que fuera destruida por una invasión de indios a comienzos del siglo XVIII. Así fue como el Oratorio de la Concepción se convertiría en Capilla del Rosario, en la que desarrollaría su labor Alzugaray hasta su muerte, en 1744.


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