sábado, 2 de diciembre de 2017

Toto Paniagua - Parte 2

Precisamente en el pequeño camarín de El Papagayo, Espalter recibió a Siete Días para charlar sobre sus primeras incursiones en el terreno del humor, las épocas de Telecataplum, sus éxitos actuales y, por supuesto, su experiencia en el café-concert.
—¿Qué diferencia hay entre Psitacosis y su trabajo en televisión? 
—Acá me divierto más, el público está presente, no tiene inhibiciones y manifiesta lo que siente. Naturalmente que para muchos espectadores esto es una extensión del programa televisivo. 

Para nosotros, en cambio, no es así porque la gente está junto a nosotros, dice cosas, y hay que elaborar una respuesta rápida a sus sugerencias. Yo creo que en el café-concert funciona una ley algebraica, la del carácter transitivo.
—¿Carácter transitivo?
—Sí. Se supone que los que tenemos que hacer reír somos Almada y yo, pero muchas veces son los espectadores los que producen la situación cómica; por eso hablo del carácter transitivo. Una noche yo estaba en el escenario y de repente me avivo de que un tipo se había tentado: se reía como loco, no podía parar. 
Me contagié y me tenté yo también; cuando la gente se dio cuenta de esa situación comenzó a contagiarse: terminamos todos a las carcajadas, en un ambiente muy cordial pero sin que nadie pudiera parar. 
—Un éxito. ..
—Yo diría que una casualidad. Prefiero conseguir lo mismo con mi trabajo, a pesar de que es muy gratificante lograr ese contacto con el público. En televisión, en cambio, uno comprende si lo que hizo gustó o no mucho tiempo después de haberlo hecho. El programa se graba y recién después de la salida al aire se puede medir la reacción de la gente. Esa incertidumbre es terrible.
—¿Usted es nervioso? 
—Soy un tímido sin remedio, que es mucho peor. Me pasé 25 años como mensajero en una compañía de teléfonos sin animarme a probar otra cosa. Parece un chiste, pero es así.

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