Es casi una magia: Ricardo Espalter entra en escena y la
gente comienza a sonreír. Hace un gesto minúsculo, insignificante, y los
espectadores se codean cómplices, divertidos. El se rasca la nariz, se abrocha
un botón del saco o se acomoda la corbata y la carcajada estalla, espontánea e
inevitable.
Antes de empezar con sus chistes, el actor uruguayo ya tiene a su
público metido en el bolsillo. Es que a los 50 años —y tras tres lustros de
trajinar los duros oficios del humor— Espalter ha logrado adueñarse de una
comicidad contagiosa que transmite con un aire desenfadado, bonachón. Aunque
los televidentes argentinos lo conocen desde 1964, cuando el ciclo Telecataplum
invadió las pantallas porteñas, el verdadero boom de RE se produjo esta temporada,
cuando su personaje, Toto Paniagua, se consagró en las emisiones de Hupumorpo.
Desde ese momento su rostro cautivó a millones de televidentes y Espalter se
convirtió en un símbolo de la ingenuidad.
Ese éxito le permitió reeditar una experiencia que lo apasiona, el
café-concert. En El Papagayo, un coqueto local de la porteña avenida Santa Fe,
Ricardo Espalter presenta todas las noches Psitacosis, un espectáculo que
realiza junto a Enrique Almada, en el que desgrana minuciosamente todos los
recursos de su comicidad.
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