viernes, 1 de septiembre de 2017

"Un desconocido Proyecto de Constitución para 1853" - Parte 3


Debido a los graves males que había ocasionado al país el establecimiento de un puerto único en Buenos Aires, engrandeciendo solamente a la poderosa capital histórica, el autor propone entre otras soluciones las creación de 4 puertos mayores (San Nicolás, Santa Fe, Corrientes y Concordia), hasta donde podrían llegar los barcos de ultramar o, al menos, de cabotaje mayor. La finalidad de esta creación es la de erigir centros internos de comercialización y producción, dado que cada uno de esos puertos se convertiría en el receptáculo de toda la riqueza agropecuaria de vastas zonas del país, y aún de las naciones limítrofes. La Provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe volcarían sus productos en el puerto de San Nicolás. El centro de la República, Córdoba, Santiago del Estero y Entre Ríos comercializarían su producción a través del puerto de Santa Fe. Por su parte, Corrientes sería el centro de comercialización del este boliviano, sur de Brasil y nordeste argentino, y por último, el puerto de Concordia recibiría la riqueza de toda la zona de influencia del río Uruguay.

La fijación de estos puntos geográficos no es caprichosa. El autor demuestra que las provincias del centro de la república ahorrarían 130 leguas de viaje –entre otras ventajas– si en lugar de transportar sus productos a Buenos Aires los llevaran directamente a San Nicolás; y las del norte se beneficiarían en 422 leguas si hicieran lo propio con Santa Fe. Demuestra, además, que sería más fácil la navegación y más ahorrativa si los barcos que vinieran de Europa entraran directamente por el Paraná Guazú hacia San Nicolás o Santa Fe, puertos de ultramar, donde la descarga se haría sin ninguna dificultad, en lugar de tener que fondear en balizas, en pleno Río de la Plata –río plagado de meandros y bancos– y desde allí trasbordar a barcos de cabotaje toda la mercadería, y desde éstos, a las carretas, que llegarían finalmente a la costa.

Con la descentralización propuesta, los nuevos puertos se convertirían en centro de atracción inmigratoria, descongestionando a Buenos Aires y frenando de a poco su acelerado macrocefalismo. Insiste, así, en canalizar las corrientes inmigratorias futuras hacia el interior, realizando una política que mire hacia adentro. De no ser así –advierte –la poderosa metrópoli del Plata absorberá toda la pujanza económica, política y social del país. Estas medidas –agrega– romperán el equilibrio existente, que es ficticio, y permitirá el resurgimiento de otros centros de producción y poblamiento, distintos de Buenos Aires.

Como consideración final, es de advertir la importancia de este proyecto, que si fue tratado en los preliminares de la sanción de la Constitución Nacional, es evidente que debió ceder terreno ante el meduloso proyecto oficial redactado por el miembro informante doctor Benjamín Gorostiaga.

El proyecto nacional que estudiamos, criollo en toda su médula –a pesar de sus pinceladas rousseaunianas–, elaborado al margen del modelo norteamericano, fue sin duda rechazado en las antesalas porque no respondía a la desmesurada política liberal auspiciada por Alberdi, del «engorde a cualquier precio» –como sostenía Groussac–, ni propiciaba el anglosajonamiento de la población. Su política, eminentemente nacional –como sus soluciones–, estaba enderezada a proteger a los «trece ranchos federales» –como alguien denominó a las provincias– diseminados a lo largo del desierto. La protección de sus economías fue su norte, bandera que ya habían sostenido los hombres del litoral en los preliminares de la firma del Pacto Federal de 1831, y que, desde los albores de la revolución habían proclamado los caudillos provincianos.

(*) El autor de este artículo (U 1999) fue miembro Titular de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional.

Fuentes:
- Diario La Prensa del 19 de abril de 1978, pág. 6.
- Castagnino Leonardo J.M.de Rosas. La ley y el orden.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar


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