En la centenaria historia de City Bell no hay un momento ni
un lugar que puedan considerarse el inicio de todo: no hubo acto fundacional,
ni fiesta, ni siquiera una piedra fundamental. Más bien, su surgimiento podría
considerarse una consecuencia, paradójicamente, de la muerte de Jorge Bell, de
posteriores cruces entre sus herederos y de una seguidilla de trámites y
vericuetos administrativos y legales, que se prolongaron en el nacimiento de
una pujante comunidad que festeja sus primeros cien años de vida.
La historia cuenta que el 18 de julio de 1913, José
Guerrico, en representación de la Sociedad Anónima City Bell, compró a la
sucesión de Don Jorge Bell algo más de 300 hectáreas de una
fracción de la “Estancia Grande” con el fin de crear un nuevo pueblo.
Desde los primeros pasos, City Bell se caracterizó por el
empuje de sus habitantes y la ambición de convertirse en una localidad con vida
propia
El 2 de febrero de 1914, la Sociedad Anónima solicita
formalmente al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires la autorización para
concretar el proyecto de traza del nuevo poblado. En aquella petición, la que
también aparece con la firma de Guerrico, se afirma en su artículo 5º: “Como
homenaje a la familia Bell, cuyo trabajo e inteligencia han contribuido en tres
generaciones sucesivas a la prosperidad de las industrias madres de nuestro
país, propongo se designe al nuevo pueblo con el nombre de City Bell”.
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