A fines de 1812 llegaron de las provincias los primeros
diputados y el 31 de enero de 1813 se inauguró solemnemente el congreso con la
denominación de Soberana Asamblea General Constituyente. Comúnmente se la
conoce como Asamblea del año XIII. Fue designado presidente Carlos de Alvear
(imagen izq.), lo que prueba la influencia preponderante que ejercía este joven
jefe militar.
La obra de la Asamblea del año XIII fue memorable. Suprimió
los títulos de nobleza, anulando las diferencias de nacimiento. Abolió el
sistema de encomiendas, que permitía la inicua explotación del indígena.
Declaró libres a los negros, hijos de esclavos, que nacieran después del 31 de
enero de 1813, y prohibió la introducción de nuevos esclavos. Abolió los instrumentos
de tortura que utilizaban la policía y los jueces. Dictó diversas leyes para
organizar la Administración General, el Tesoro y el Ejército. Era el triunfo
póstumo de Mariano Moreno.
Entre las resoluciones de la Asamblea que demuestran el
propósito de lograr la independencia del país figuran tres muy importantes;
suprimió el nombre de Fernando VII de los documentos oficiales; aprobó el sello
que constituiría luego el Escudo Nacional y adoptó la Marcha Patriótica de
Vicente López y Planes como Himno Nacional, al que puso música el maestro Blas Parera. Sin
embargo, la Asamblea no se decidió a declarar la independencia; la mayoría de
los diputados consideró que era aún prematuro romper abierta mente los vínculos
que nos sometían a la poderosa metrópoli.
Carlos María de Alvear, sobrino de Posadas, no tiene
buena imagen en la historiografía argentina. Signado por un marcado
autoritarismo, su estilo intrigante y su enfrentamiento con San Martín han
dejado una imagen negativa de él, que posiblemente sea por demás exagerada.
Bartolomé Mitre fue uno de los que iniciaron esta tradición.
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