martes, 22 de diciembre de 2015

“BELGRANO: LA DESCENDENCIA TUCUMANA” - Parte 2


Cuando Belgrano regresó a Tucumán, en septiembre de 1819, se encontró con semejante situación. En los cuatro meses que estuvo en esta, aprovechó para disfrutar momentos con su hija y además, para efectuar un categórico reconocimiento de su paternidad cosa que se evidencia cuando él escribe al Cabildo formal nota, solicitando que la cuadra de su propiedad donde había construido su casa, sea puesta a nombre de su hijita.

Manuela Mónica Rivas, reconocida como una Belgrano por su padre, con evidente consentimiento de su madre, a punto tal que esta asintió que se la llevasen a Buenos Aires para que allí la educaran y criaran los hermanos de Belgrano, el Cura Domingo, Juanita, Carlos y Joaquín.

Ya en Buenos Aires, Manuelita fue presentada en sociedad como Manuela Belgrano y nunca jamás uso el apellido Rivas, de igual manera que su madre jamás firmó como “de Rivas”.
El 30 de junio de 1853, Manuela Mónica Belgrano, se casa con un pariente político: Manuel Vega Belgrano, y de ese matrimonio nacen cuatro niños, Gregoria Flora y Carlos, Manuel Felix y Maxima Josefa del Corazón de Jesús, apodada cariñosamente Pepita, la que muere niña.

Gregoria Flora Vega, a la que la familia llamaba Florita, la nieta del General, se casa con Juan Carlos Belgrano Martínez y de ahí en delante este linaje, siempre en cada generación, invariablemente hay un Manuel Belgrano. Hoy por ejemplo, Don Manuel Belgrano que actualmente preside nuestro Instituto Nacional, tiene un hijo y un nieto que se llaman Manuel Belgrano. Igualmente Miguel Belgrano, chozno del General, tiene un hijo que también se llama Manuel Belgrano. Por lo que podemos decir, que Argentina sigue y seguirá acompañada por Manuel Belgrano.



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