Ahora bien, hemos dicho que Manuela Mónica, oficialmente
apellidada Rivas, jamás usó este apellido y reiteramos, fue reconocida en forma
expresa por su padre y así también al fallecimiento de este, por su familia en
acuerdo con la madre, como una Belgrano. El reconocimiento de esta filiación y
estado de familia fue tan categórico y de conocimiento generalizado, que esto
permitió, que incluso en la partida de defunción se la apellide Belgrano,
cuando en realidad legalmente adquirió el apellido después de muerta, cuando al
abrirse su sucesión se hizo necesario acreditar su filiación “belgraniana” en
forma documentada, Juan Carlos su esposo, tuvo que realizar una información
canónica en la Iglesia Matriz de Tucumán para determinar este extremo, al cuál concurrieron
como testigos oficiales del ejército de Belgrano, como así también vecinos que
fueron de la amistad del prócer para entonces, ya fallecido. También constaba
la filiación de Manuela Monica, en otra información sumaria referida a la
propiedad de la ciudadela, efectuada por Isidro Helguero, hermano apoderado de
Dolores, con anterioridad a la referida, mientras vivía la propia Dolores y
Manuelita.
Este aspecto de la vida y la familia de nuestro máximo
prócer, de allí el sustento para este artículo, ha sido investigado y publicado
en diversos trabajos por Isaías García Enciso, ex presidente de nuestro
Instituto Nacional Belgraniano, que tuvo acceso directo a original
documentación familiar, cedida generosamente por los descendientes del Gral.
Manuel Belgrano. En publicación futura, efectuaré conclusiones exclusivamente
mías de acuerdo a la documentación existente, que hasta aquí no han sido
efectuadas en otros trabajos. Lo hasta aquí comentado, es lo que podemos
definir como la historia oficial, si cabe el término y el adjetivo.
por Luis Horacio Yanicelli
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