martes, 22 de diciembre de 2015

“BELGRANO: LA DESCENDENCIA TUCUMANA” - Parte 1


Don Manuel Belgrano, abogado y general libertador de las Provincias Unidas del Río de la Plata, como el mismo lo expresa en su testamento, murió soltero a la edad de 50 años.

Su descendencia, fueron dos niños. Un varón concebido con María Josefa Ezcurra, (la descendencia porteña),que por ser esta mujer casada con otro señor que aún vivía al momento de esta concepción y posterior nacimiento, - concebido en Tucumán después de la Batalla del 24 de Septiembre de 1812, de modo que el niño pudo haber sido bautizado en propiedad como Víctor y nacido en Buenos Aires en julio de 1813 -, para evitar que la madre fuera condenada por adulterio y el niño llevase el sambenito de adúltero, entonces se simuló que este fue expósito adoptado por el matrimonio de Encarnación Ezcurra con Juan Manuel de Rosas. Luego, en su mayoría de edad, Pedro Pablo, que así fue bautizado, fue informado por el propio Rosas acerca de quien fuera su padre biológico. 

La otra descendencia fue una niña, Manuela Mónica Rivas, concebida en los primeros días de agosto de 1818 en apasionado amor del soldado bajo el cielo del Campo de la Victoria, hoy Plaza Belgrano, con la tucumana Dolores Helguero.

Lo original de esta historia, es que los descendientes de Belgrano por vía masculina, es decir de Pedro, no llevan como primer apellido el Belgrano, sino Rosas, en razón de la adpoción según lo explicamos, en tanto, la descendencia por vía femenina, lleva el apellido Belgrano, a pesar de haber sido su hija bautizada con el apellido Rivas, correspondiente al del marido de Dolores Helguero.

Como se sabe, al quedar Dolores embarazada de Manuel y este, por razones militares tener que trasladarse junto a su ejército a Córdoba, los padres de ella angustiados por el hecho que la niña se encontraba embarazada y pronta a dar a luz, y aparentemente sin ninguna comunicación con Belgrano, ante la gravedad de que se convirtiese en madre soltera en aquella sociedad pueblerina y pacata, como era la del Tucumán de 1819, optaron por casarla con un amigo de la familia, catamarqueño, de apellido Rivas. Es así que al nacer la niña, fue bautizada como Manuela Mónica del Sagrado Corazón de Jesús Rivas. Es verdaderamente elocuente el nombre, ya que la niña recibe el de su padre biológico, cuyo nombre completo era Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús.

Cuando Belgrano regresó a Tucumán, en septiembre de 1819, se encontró con semejante situación. En los cuatro meses que estuvo en esta, aprovechó para disfrutar momentos con su hija y además, para efectuar un categórico reconocimiento de su paternidad cosa que se evidencia cuando él escribe al Cabildo formal nota, solicitando que la cuadra de su propiedad donde había construido su casa, sea puesta a nombre de su hijita.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario