Un siglo atrás era un hombre que todos los porteños
conocían; hoy no puede decirse lo mismo, aunque todos sigan disfrutando de su
obra, desde el diseño de los parques y plazas hasta los árboles de cada calle.
Plano a la acuarela de la plaza Colón firmado por Thays en
1892.
Se convirtió en el “jardinero mayor” de Buenos
Aires cuando en la ciudad no había mucho más que una elite riquísima en proceso
de afrancesamiento cultural, sectores populares que habitaban conventillos y
casas precarias escondidas tras frentes de material. Al francés Carlos Thays le
bastó el nombramiento en la Dirección de Parques y Paseos porteña para inventar
el paisaje urbano que dio identidad a Buenos Aires hasta hoy: a sabiendas de
que cada árbol tiene una época de floración diferente, aclimató jacarandás,
tipas, lapachos y palos borrachos, y luego plantó 150 mil por toda la ciudad,
de manera que siempre hubiera árboles floridos por las calles; dio las formas
definitivas a Palermo, Parque Centenario, Plaza Lavalle, la Plaza Congreso,
Barrio Parque, el Jardín Botánico y decenas de plazas de barrio. Ya que estaba,
hizo lo propio por Mendoza, Salta, Mar del Plata, Tucumán, Paraná... En el
medio, inventó el concepto de parque natural nacional cuando recién empezaba el
siglo XX y nadie pensaba en preservar el entorno de las cataratas de Iguazú.
¿Algo más? Sí: a fuerza de testarudez, hizo posible la industrialización de la
yerba mate.
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