domingo, 18 de octubre de 2015

El Derecho al Ocio y a la Expropiación Individual – Parte 8


Entre estos vagabundos espirituales, -refractarios a la domesticación y disciplina capitalistas, -es necesario buscar los expropiadores los partidarios de la expropiación individual, aquellos que no quieren esperar a que las masas estén preparadas y dispuestas para cumplir el acto colectivo de justicia social. Estudiando bien los matices psicológicos, éticos y sociales que determinan esa actitud en ellos, sabremos comprender, justificar y apreciar mejor sus actos y también defenderlos de los ataques biliosos de muchos de aquellos que aún compartiendo las mismas ideas sobre muchos otros problemas, se afanan en tirar fango sobre, estos impacientes que no saben resignarse hasta que llegue el día de la redención colectiva. El derecho a la expropiación individual no se puede negar, basándose sobre un cierto derecho colectivo a la expropiación. 
Si fueramos socialistas o comunistas-bolcheviques, podríamos negar al individuo el derecho de apropiarse -por los medios que estime más convenientes- de aquella parte de riqueza que a él como productor le pertenece. Porque los bolcheviques y los socialistas niegan la propiedad individual y admiten una sola forma de propiedad: la colectiva. Pero este no es el caso de los anarquistas, sean individualistas o comunistas, pues todos teórica y prácticamente admiten tanto la propiedad individual como la colectiva. Y si admite el derecho a la posesión individual, ¿cómo podría negarse al individuo el mismo derecho a servirse de los medios que crea oportunos para entrar en posesión de lo que le pertenece? Cada acreedor (y éste sería la clase productora frente a la capitalista) toma por la garganta a su deudor en la hora y en la forma que más le convenga, y se hace restituir su producto -el cual se le ha arrebatado con el engaño y la violencia- en el menor tiempo posible. El individuo, basándose en la libertad, -y la libertad es la doctrina de la anarquía,- es el único y solo árbitro y juez en este acto de restitución.


Se ha admitido la oportunidad y la necesidad de un acto colectivo, de una revolución social para expropiar a la burguesía, y el individuo, aún individualista, se asoció voluntario a esta idea, porque fue creencia general que un esfuerzo colectivo nos libraría más fácilmente de la esclavitud económica y política. Pero desde hace años esta confianza ha decrecido en muchos anarquistas. Ha tenido que admitirse, al fin, que una verdadera liberación, una liberación profunda, anárquica, que arrancara de la conciencia de las masas -con seguridad de nunca más volver- el fetiche autoridad y nos permite instaurar un estado de cosas que no violara la libertad de cada uno, necesita forzosamente una larga preparación cultural, por consecuencia, muchos años todavía de sufrimientos bajo la explotación capitalista. De esto ha derivado que muchos rebeldes nuestros, que en un primer momento habían abrazado con entusiasmo la idea de una revolución expropiadora se han dicho -sin disasociarse por esto del necesario trabajo de preparación revolucionaria- que tal espera significaba el sacrificio de toda su vida, consumida en condiciones odiosas y bestiales, sin ninguna alegría, sin goce alguno, y que la satisfacción moral de una lucha cumplida en pro de la liberación humana no era lenitivo suficiente para sus propias penas.”No tenemos más que una vida -se han dicho en su corazón- y ésta se precipita hacia su fin con la rapidez del relámpago.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario