martes, 2 de junio de 2015

Dos cuadras de la calle Lavalle – Parte 2


En 1821, acabado el conflicto con España, llegan inmigrantes ingleses a comerciar, y crece el conflicto de poder e intereses comerciales entre el puerto de Buenos Aires y el Interior, que se materializará en dos bandos armados: los unitarios y los federales. Pero volviendo a nuestra calle, la altura de las veredas sigue siendo un incordio. Una tarde invernal, Josefa Martínez Whetherton tropieza embarazada con la reja de su propia casa en la esquina SE de Lavalle y Suipacha -junto a la actual pizzería Roma- y pare al día siguiente, el 26 de junio de 1821, a un personaje nefasto de la historia argentina: Bartolomé Mitre, descendiente de italianos y uruguayos y también producto de una caída en la vereda. Será unitario -es decir liberal-, anglófilo -Inglaterra era el imperio de turno-, y dedicará una mitad de su vida a las guerras, y la otra a la política, pasando por el periodismo, la literatura y la historia. Pero todo lo hará mal o de manera mediocre, salvo los negocios familiares: el diario La Nación es uno de sus engendros.

En 1828, el general Juan Lavalle, héroe de la Independencia toma la provincia de Buenos Aires mediante un golpe militar unitario, manda fusilar al gobernador Dorrego, y ocupa su cargo. Inicia así una larga y terrible guerra civil que acabará con el triunfo de los peores: los unitarios liberales, que entregarán el país a Inglaterra. 

Año 1829. El federal Juan Manuel de Rosas pone sitio a Buenos Aires. Lavalle, que está en inferioridad de condiciones, le ofrece la gobernación a San Martín para poner mano dura y continuar con el proyecto unitario. El Libertador, en un gesto que lo honra, declina el ofrecimiento “para no derramar sangre hermana”. Lavalle se retira a Uruguay y Rosas asume la gobernación, elegido por la Legislatura de Buenos Aires. Habrá resistencia y no será una administración pacífica.

En la mañana del 4 de mayo de 1840, recorre nuestra calle La Mazorca: un grupo de jinetes armados, temibles y cubiertos de gorros y ponchos rojos, que llevan como trofeos las cabezas recién cortadas de Francisco Lynch, Isidoro Oliden, Carlos Mason, y José María Riglos, unitarios que pretendían huir a Montevideo. La Mazorca (o “Más Horca”, como se decía entonces) era la fuerza de choque del régimen rosista. El grupo de jinetes, formado por Ciriaco Cuitiño, Leandro Alén (padre de Leandro Alem), Cirilo José Moreira, un español en extremo feroz (padre de Juan Moreira), Silvero Badía, y otros, se detiene en la mitad de la cuadra entre Esmeralda y Suipacha. Entonces el líder Ciriaco Cutiño, que está borracho, lanza una arenga contra los “salvajes unitarios”, dirigiéndose a una casa en particular. La casa -en la misma vereda que la de Mitre- pertenece a Mariano Biaus, un estanciero poderoso que había luchado con Lavalle en el golpe unitario de 1828. Rosas le embarga todos los bienes, y Biaus logra huir con éxito a Montevideo. Allí van los opositores al régimen, y allí el joven Bartolomé Mitre completa sus estudios militares, se casa con Delfina de Vedia y Pérez, y participa del Sitio de Montevideo mientras el general Juan Galo Lavalle muere en Jujuy. Es curiosa su muerte, los federales lo persiguen y Lavalle se esconde en cada pueblo, una patrulla lo busca en Jujuy, alguien dispara a una puerta, lo mata una bala que pasa a través de la cerradura.

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