martes, 3 de febrero de 2015

Hace un siglo murió Sáenz Peña - Parte 3


La presidencia

En 1905, Roque Sáenz Peña fue llamado al Perú. El gobierno de ese país le tributó un homenaje impresionante y aplaudido por multitudes, por aquella actuación juvenil en la Guerra del Pacífico. Fue condecorado y recibió el grado de general de brigada. 

Al año siguiente, fue elegido diputado nacional. Pero ocupó muy poco tiempo su banca, porque lo nombraron embajador en España y en Portugal, y luego en Italia y en Suiza. Actuó con gran brillo en la Conferencia de La Haya, propiciando el establecimiento de un Tribunal Internacional de Arbitraje.

Fue elegido presidente de la República en 1910, con el doctor Victorino de la Plaza como compañero de fórmula. Al asumir su cargo, el 12 de octubre, Sáenz Peña aseguró: “Yo me obligo ante vosotros, ante los ciudadanos y ante los partidos, a provocar el ejercicio del voto por los medios que me acuerda la Constitución. No basta garantizar el sufragio, necesitamos crear y mover al sufragante”.

La ley electoral

Cumpliría su promesa. En 1911 logró la sanción de las leyes de enrolamiento militar y padrón electoral. Y en 1912 propuso las que establecían el padrón militar como registro cívico; el voto secreto y obligatorio; la descentralización de los comicios y el sistema de lista incompleta. En los debates que esta última suscitó en el Congreso, brilló la eficaz y sólida intervención del doctor Julio López Mañán, diputado nacional por Tucumán.

La reforma, promulgada en febrero de 1912, quedó en la historia como la “Ley Sáenz Peña”.

Nos interesa subrayar la vinculación que el doctor Sáenz Peña tuvo con un tucumano en particular y con Tucumán en general. En primer lugar, admiraba nuestra provincia. En el álbum de la Biblioteca Alberdi, asentó una síntesis.

“En la historia argentina, la gloria de Tucumán culmina en cada período. En la Revolución y en la Independencia, es la Batalla del 24 de setiembre y el Congreso de 1816. Bajo la tiranía, es la firmeza de la resistencia y el martirio de Avellaneda. Cuando la República toma sus formas iniciales, las ‘Bases’ son la piedra angular del régimen”, escribió.

En la casa de Paz

Un paso previo y clave para la ley electoral de 1912, fueron las conversaciones secretas mantenidas entre Sáenz Peña e Hipólito Yrigoyen, líder de la Unión Cívica Radical, la fuerza opositora que conspiraba y se abstenía de concurrir a elecciones.

El mediador del encuentro fue el diputado nacional por Tucumán, doctor Manuel Paz, en cuya casa de Buenos Aires se desarrollaron las entrevistas. Un testigo, Ramón J. Cárcano, narraría en detalle todo esto, en el libro “Mis primeros ochenta años”.


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