miércoles, 24 de septiembre de 2014

“EL AVANCE DE LA FRONTERA-VIAS DE CIRCULACION: LAS RASTRILLADAS” - Parte 6


La disciplina militar, en general, no fue tan rigurosa dado el concepto de libertad tan arraigado que tenían.
Todos aquellos no comprendidos en la categoría de gente de pelea, formaban la “chusma”, término reconocido y mencionado en los partes militares de los comandantes del ejército.

El cacique general era elegido vitaliciamente; por lo tanto, poseía influencia como para asegurar a su hijo, la sucesión en el cargo, así, al convertirlo en hereditario, se organizaron verdaderas dinastías como la de los Zorros, y la de los Piedras.
Recordamos, por  otra parte, que en la época del gobierno de Calfucurá (Cullvu: azul y curá: piedra ), se consideraba a la monarquía revestida de un carácter divino: “... a él lo había echado Dios al mundo como principal de los caciques de su nación...", pero su autoridad se sentaba en principios democráticos: "...en la voluntad de aquellas indiadas que eligiéndolo su jefe estaban hasta su muerte...”
       
Producida la muerte de Calfucurá en 1872, el trono le correspondía al hijo mayor de este: José Mlllaqueu-Curá, pero una Asamblea o Parlamento general, reunido en Chillhué se Opuso. Se reunieron doscientos veinticuatro caciques representantes de todos los grupos pampas, y decidieron que el mayor no reunía las condiciones suficientes de “ firmeza de carácter, inteligencia, arrojo ". Después de ocho días de acaloradas discusiones, votaron por otro hermano, Manuel Namuncurá, que gobernaría junto a dos hermanos más, Integrando un Triunvirato" (16). Esto demuestra que las necesidades políticas les autorizaba anular la sucesión natural e imponer la voluntad a través del Parlamento que en cierta forma fiscalizaba el poder central.

Como jefe militar, el cacique, planeaba el movimiento de la tribu: en una reunión determinaba el objetivo hacia donde se dirigiría el malón, en la noche de luna llena y luego, antes del ataque, escondían sus armas en los cañaverales y pastizales cercanos, para no ser vistos por los posibles pobladores. En la última etapa realizaban ataques sorpresivos, previa exploración del sitio por los indios “bomberos”, que controlaban la actividad de sus enemigos.
Al retirarse el malón “ los grupos marchaban cantando” gozosos los unos , negligentemente dormidos los otros sobre los caballos, llevando la lanza a la rastra, atada a la muñeca por un tiento de potro fijo en el regatón: "...a la derecha y a la izquierda iban los arreos: caballos, yeguas, mujeres prisioneras, perros...” (17).

La habilidad del indígena para explorar, aproximarse o retirarse, sin ser visto, ocupando árboles, colinas como mangrullos o clocándose dentro de los pastizales, así como el total dominio que tenía del terreno, utilizando los caminos más cortos y seguros, evitando guadales o lugares de difícil tránsito, indican su audacia, ejemplifica en  miles de oportunidades por los viajeros o militares que penetraron en su habitat.

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