viernes, 26 de septiembre de 2014

Andanzas del arroyo Vega – Parte 1


(De Ricardo Ostuni)

La tradición quiere que un antiguo poblador ribereño le haya legado el nombre. La revista Fray Mocho publicó en 1912 la fotografía de un centenario ombú sombreando el rancho del Viejo Vega a las orillas del arisco arroyo, conocido también como San Martín y Blanco Encalada. En el plano de Buenos Aires publicado por Adolfo Sourdeaux en 1850 aparece trazado el curso del Vega: nace en la zona de La Paternal por la convergencia de diversos zanjones de desagüe de Villa Urquiza, Belgrano y Chacarita; atraviesa en diagonal las actuales calles Chorroarín y Donato Álvarez hasta Holmberg; allí tuerce hacia Juramento en dirección de Estomba por donde zigzaguea hasta Mendoza y Superí. En este cruce su cauce retoma por Juramento hasta Conde y luego, en sesgo, hasta Freire y Echeverría desde donde regresa en dirección de Blanco Encalada. De allí sigue una línea más o menos recta hasta Húsares y Monroe para desembocar en el Río de la Plata, al norte de la Ciudad Universitaria, por cinco salidas de 4,80 metros de altura. Su cuenca tributaria abarca unas1.600 hectáreas.


A cauce abierto fue un arroyo peligroso por sus desbordes, que solían arrastrarlo todo a su paso. En 1869, la Corporación Municipal aprobó la apertura de una zanja que permitiera dar la salida a las pestilentes aguas estancadas luego de las inundaciones. Recién quince años más tarde se dispuso nivelar el terreno y practicar desagües a lo largo de su recorrido, tarea que estuvo a cargo del ingeniero Armando Saint-Yves. 

En las memorias del intendente Bollini (1890/92) puede leerse sobre el primer intento de canalización que no llegó a concretarse: “…me di cuenta del peligro que para el lugar y para las aguas corrientes ofrecía el Arroyo Vega que desemboca en el río a corta distancia del punto de toma. Concreto es su malísimo estado, causado por el desagüe de las fábricas instaladas en el Bajo Belgrano. Pretendí llevar a cabo la canalización, para nivelar y facilitar su desagüe pues por él corren las aguas pluviales de una gran extensión de la Capital de la parte limítrofe de la Provincia de Buenos Aires. 

Como no se entregara por el gobierno la draga solicitada, nada se hizo. Ordené enseguida se cortasen los caños de las fábricas y se desconoció la medida pues no existe ley en qué apoyarla… A pesar del tiempo transcurrido, de mis reiterados pedidos y de las quejas del vecindario, nada se ha resuelto que no sean consejos y recriminaciones de la Municipalidad que es la primera que ha hecho notar el peligro para el vecindario y que nada hacen por falta de autoridad…”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario