¿Y por qué no está
viviendo aquí?
Bueno, a esto contesto con algo que mucha gente considera una especie de subterfugio, pero que no lo es para mí: yo estoy viviendo aquí.
Se lo pregunto yo, que
soy peruano y que llevo l7 años viviendo aquí, Julio Cortázar.
Yo estoy viviendo aquí, Hugo, porque me da la impresión de que los ocho o diez
libros que llevo escritos son libros muy argentinos. No hubiera podido escribirlos
sin estar, en lo entrañable, viviendo aquí. Esos libros, aunque físicamente
hayan sido escritos lejos, son libros argentinos y creo que mis lectores lo
saben también. Entonces la presencia física en la Argentina debería responder a
otro tipo de actividades, pero por el momento mis actividades siguen siendo las
de un novelista, las de un cuentista. Por otra parte, todo lo que sea hipócrita
me es profundamente repugnante. Yo me siento muy bien en Francia; desde joven
tuve una gran afinidad por un cierto tipo de cultura y de mentalidad francesa.
Es decir que puedo estar allá sin dejar de estar aquí.
¿Cuál es ese -para no
hablar de cultura- tipo de mentalidad francesa que le atrae, Julio?
Yo creo que en el fondo es una cosa negativa, pero que no lo es tanto para mí.
Lo que siempre me gustó de Francia es que, siendo yo un hombre por naturaleza
solitario, tímido y muy metido en sí mismo -características argentinas, por lo
menos en mi generación-, encontré en Francia un país de gente profundamente
respetuosa de la soledad y de la vida privada ajena. Yo no podría vivir en
Italia, con todo mi amor por Italia, porque el italiano es un hombre
generosamente invasor. Se mete por la puerta, la ventana, con la voz, con el
cuerpo, con el deseo de llevarlo a uno a todos lados, con esa hospitalidad
desbordante. Es un poco el caso de los españoles, también. Son pueblos que yo
amo y países en los que soy feliz durante un mes, cuando me voy de viaje; luego
vuelvo a París, donde cada uno vive en lo suyo y yo también empiezo a vivir en
lo mío, y me siento muy bien.
¿Qué es lo suyo al
margen de escribir?
Escuchar música, vivir, salir, caminar, andar por la ciudad, que la ciudad ande
por mí. Una vida muy noctámbula, no exactamente bohemia; lo fue quizá en los
primeros años y no tanto, tampoco.
¿Es casado?
Sí, con una argentina.
¿Cuántos años de
casado tiene?
Algo así como 18, pero nos hemos separado.
¿Hace poco?
Tres o cuatro años.
¿Le gusta el tango?
¡Oh, sí! ¡Vaya si me gusta! Afortunadamente la música, para mí, son discos,
porque no tengo demasiado tiempo para ir a conciertos; además resulta
excepcional encontrar en París un lugar donde se toque tango como a mí me
gusta. De cuando en cuando suele bajar algún conjunto; por ejemplo, el año
pasado estaba Tata Cedrón con su cuarteto. Bueno, yo los seguí como un perrito
para tratar de escucharlos lo más posible. Pero me defiendo con los discos;
discos que consigo aquí, en Buenos Aires y que incluso se consiguen en París
cada vez más.
¿Es cierto que hay una
proliferación de lo latinoamericano en París, en todos sus aspectos: música,
danza, teatro, literatura?
Es muy cierto, y lo que me interesa es que, en este caso, ha sido la coyuntura
histórica, las circunstancias históricas y políticas, las que en buena medida
han determinado esa proliferación. El francés se interesa mucho por lo
latinoamericano desde la revolución cubana; ella significó la toma de
conciencia de una realidad latinoamericana que se les escapaba. Usted conoce
los viejos chistes del francés que cree que Montevideo es la capital del
Brasil; y ese tipo de cosas. Bueno, eso está prácticamente disminuyendo porque
los diarios franceses tienen una información latinoamericana cada vez mayor.
Entonces, el hombre de la calle empieza a darse cuenta de la diferencia que va
de Chile a la Argentina, por ejemplo, o de Cuba a México. Pienso que el plano
político tiene una repercusión en el plano artístico y literario... El francés
comienza a interesarse por la producción artística, por la música, por la
pintura de esa gente que ha hecho una revolución, de esa gente a la que le
están pasando cosas en América Latina. Creo que hemos adquirido una especie de
identidad, incluso una identidad diferenciada que no teníamos antes. Ahí tiene
el caso de su país, por ejemplo. Eso que llaman "experiencia peruana"
ha interesado mucho a los franceses, y si usted mira un periódico como Le Monde o los semanarios políticos, va a ver con cuánta frecuencia se publican
análisis sobre el problema peruano.
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