jueves, 3 de julio de 2014

Armas durante la época virreinal – Parte 1


En la época del virreinato, los criollos prácticamente no tenían armas.  El virreinato del Río de la Plata no nace, desde el punto de vista militar, desde el Océano Atlántico, sino que nace y se extiende desde el Cuzco.  Los conquistadores utilizaban mayormente las armas blancas y en combate cuerpo a cuerpo, porque los sistemas de armas de fuego eran muy escasos y poco útiles.  Estas, simplemente sirven para asustar a los indígenas, pues no llegan al Río de la Plata en la cantidad y calidad necesarias.  Tan es así que, en la época pre-invasiones inglesas, todavía se seguía utilizando el arcabuz, que así se llamaba al mosquete más pesado, apoyado en una horquilla.

Los hombres que habitaban nuestro territorio en la época colonial, no tenían grandes conflictos ni se empeñaron en grandes guerras.  Por lo tanto, no necesitaban armamento muy sofisticado para la época.  Si se observa en nuestros museos, y se busca en nuestros archivos o se leen nuestros historiadores, se hallará especialmente en la pictografía, las armas de la época, que son simples estoques, o espadas de complemento.

Nuestro país no tiene armas en la época virreinal, hasta el momento en que Pedro de Cevallos, cuando surge un conflicto con Portugal por la Colonia del Sacramento, se ocupa de conseguirlas.  Entonces sí, empiezan a venir algunas armas de fuego para combatir a los portugueses, pero quedan en poder del gobierno colonial y así son devueltas a España.  A nosotros sólo nos quedan alabardas, picas y algunas espadas, porque el sable, que es un arma de origen oriental, no existía todavía en forma masiva en el Río de la Plata.
Son los ingleses los que nos proveen de armas para la Revolución de Mayo.  En la época colonial, en la Armería Real, existían muy pocas armas, y estaban controladas y en poder de los regimientos fijos de Buenos Aires. 

Cuando los criollos enfrentaron a los invasores ingleses, que habían planeado muy bien el contexto geopolítico en el cual iban a desarrollar sus acciones, tal como lo describe el almirante Destéfani en su libro “Los marinos en las invasiones inglesas”, tuvieron que defenderse de la táctica empleada que les llegaba desde el agua.  Pero éstos, que habían preparado prolijamente su estrategia, previamente hicieron contacto con algunos criollos y pulsaron la situación, interpretando el fermento de libertad que anidaba en la mayoría.  Los patriotas, que no tenían armas ni posibilidades de adquirirlas, pensaron que los ingleses les iban a entregar las mismas para lograr la tan ansiada independencia.  

Entre quienes así opinaban se contaba Pueyrredón, por lo que se entrevistó con Beresford cuando éste desembarcó, esperando recibir de él las armas necesarias para equipar a los hombres con los que había conseguido formar una tropa pobremente armada.  El jefe inglés, como es de imaginar, le negó la entrega de armas, haciendo que Pueyrredón comprendiera que sin éstas, los criollos solamente cambiarían de amo, puesto que los ingleses no venían como aliados sino como conquistadores.  Pese a la precariedad de los medios de que disponía, Pueyrredón enfrentó a los invasores con los Húsares en la Chacra de Perdriel, y fue fácilmente derrotado por la superioridad en armamento del enemigo.

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