Cómo se
rendía honor a los difuntos en el pasado; memorias de grandes personalidades
cuyos restos descansan en este predio porteño; las tradiciones abandonadas
Algunos rincones oscuros y
monstruosos, otras callecitas tristes y melancólicas, y uno que otro espacio
anecdótico y hasta divertido. Aunque parezca contradictorio, todos estos
condimentos forman parte de un mismo lugar: el mítico Cementerio de Chacarita.
Emplazado en medio del barrio que le da el nombre, las 95 hectáreas de que fue
en su origen el Cementerio del Oeste albergan historias, leyendas, mitos y
recuerdos de miles de familias porteñas y de otros rincones de la Argentina y
el mundo.
Por sus callecitas, que en algunos
lugares se transforman en anchas "avenidas", el simbolismo del culto
a la muerte y al honor de los difuntos va tomando diferentes formas.
Lo que tal vez genera más curiosidad
es la zona de las bóvedas, donde la variedad de materiales, estilos
arquitectónicos y símbolos recuerda épocas y costumbres hoy casi desaparecidas.
"Hasta los años 60, era una
costumbre que los familiares vinieran a pasar el día visitando a sus difuntos.
Se sentaban en el interior de las bóvedas, alrededor del cajón, tomaban mate,
limpiaban el lugar, conversaban, cambiaban las flores", cuenta Hernan
Santiago Vizzari, investigador histórico y autor de Cementerio de Chacarita, un sitio que recorre la historia del lugar.
Hoy el panorama es muy diferente.
Muchas de las bóvedas están abandonadas y la mayoría de las personas opta por
cremar a sus difuntos o enterrarlos.
Un lugar histórico
La idea de hacer un cementerio en lo
que hoy es el barrio de Chacarita surgió en 1871, con la epidemia de fiebre
amarilla. Los lugares que ya existían comenzaron a quedarse sin espacios. Por
eso se destinaron unas cinco hectáreas de lo que hoy es el Parque los Andes
para lo que se conoció como el Cementerio Viejo. Allí llegaron a realizarse más
de 500 inhumaciones en un solo día.
Luego comenzaron a realizarse las
inhumaciones en lo que se denominó "Chacarita Nueva" y luego
"Cementerio del Oeste", hacia 1896.
Dentro de este lugar histórico
descansan los restos de personajes reconocidos de la historia del país, entre
ellos, muchos protagonistas del tango. "Hay orquestas enteras de tango
enterradas acá", dice Vizzari.
Su construcción generó de alguna
manera una renovación del barrio y la apertura de nuevos negocios. Desde
florerías hasta bares, sin dejar de contar las herrerías que realizaban los
trabajos en las bóvedas.
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