Sus vestimentas:
Los nativos aónikenkes o tehuelches usaban la piel de guanaco para
cubrirse. Los hombres llevaban grandes capas, llamadas Kaj o Quillango, usando
el cuero hacia fuera y la piel hacia adentro; las pintaban con motivos de
zigzag, líneas y grecas en colores rojo, azul, amarillo y negro. No llevaba
amarras, sino sólo se cruzaba en el pecho y se sujetaba con las manos. Las
mujeres se cubrían con un manto largo que ajustaban sobre los hombros con un
broche de metal, a menudo de plata. Bajo esta capa llevaban una camisa larga,
sin mangas. Hombres y mujeres se adornaban con aros, prendedores, collares y
cintillos de plata, cuero, conchas, huesos o plumas, e incluso algunos hombres
se perforaban la nariz para colocarse una argolla. Como calzado llevaban botas
o botines de piel de guanaco o zorro.
Sus viviendas:
Por ser un pueblo nómade, las viviendas de los aónikenk eran toldos
livianos, cubiertos pieles fáciles de armar y desarmar, a los cuales llamaban
Kau. La entrada era abierta y se protegía del viento con un trozo de piel a
modo de puerta. El interior estaba dividido por pieles colgantes creando así
varios compartimientos. La mujer elegía el lugar de instalación de la vivienda,
parando en el lugar elegido por varias semanas o meses. A estos paraderos les
llamaban “aiken”.
Sus alimentos:
El alimento fundamental fue la carne de guanaco y de ñandú asada al palo
sobre las brasa. De estos animales usaban la piel, las plumas, sus huesos, su
carne y sus huevos. Después que conocieron al caballo lo incorporaron también a
su dieta alimenticia. Casi no comían pescado, tampoco vegetales y frutos puesto
que en las estepas patagónicas no es fácil encontrar estos productos y los
Aónikenk o tehuelches no lo consideraban indispensables. Sin embargo, fueron
grandes consumidores de “yerba-mate” y tabaco.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario