miércoles, 9 de abril de 2014

"Hipólito Yrigoyen ante la condición humana" – Parte 8






VIII
Como ya ha quedado dicho, los rasgos singulares de la concepción política de Yrigoyen no tienen expresión en un “programa escrito” de propuestas y proyectos de gobierno. Esa peculiaridad sería objeto de fuertes críticas, especialmente desde el socialismo y aun desde el liberalismo positivista dentro de su propio partido. Ernesto Laclau, jurista y sociólogo, y prestigioso intelectual que venía de dictar conferencias sobre la ciencia política en La Sorbona, justificaría esta posición del Yrigoyenismo, al que se adhería con entusiasmo en 1928: “El ideal de los partidos políticos es sin duda alguna alcanzar un programa de ideas. Pero estas no deben ser el fruto de una arbitraria actitud mental sino de un proceso sociológico. 

Es la única manera de que las ideas aprisionen conceptos vivos. Por eso el radicalismo no ha querido concretar propósitos intelectuales antes de que la masa partidaria adquiriera unidad de conciencia y comprensión de su destino social. 

Anticiparse a esto habría sido penetrar ideas por la fe supersticiosa en el partido y no por entendimiento popular. La primera etapa de esta pedagogía social democrática se cumple cuando el pueblo, incapaz aun de ideas concretas, despierta su alma a un sentido espiritual. La fe le revela el secreto de su destino. Ya tiene una preferencia, un rumbo. No se puede desconocer la necesidad pedagógica ni la eficacia política de crear corrientes morales en la sociedad. Es menester dotarla de una pujanza mística que la capacite a grandes empresas” (Ernesto Laclau, La Formación Política de la Sociedad Argentina, Buenos Aires, Talleres Gráficos Araujo Hnos. 1928, pág. 77).

Por eso, el mensaje de Yrigoyen se asimila más a un conjunto de premisas ideológicas, a una doctrina general, que en la acción de Gobierno va a ir mostrando su aplicación a la realidad. Este sistema de abstracciones principistas, sin embargo, no carece de profundidad filosófica: guarda relación directa con el idealismo romántico alemán, tanto como con el iluminismo francés del Siglo XVIII.

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