jueves, 11 de julio de 2013

El largo camino de la independencia argentina – parte 2





Tanto Venezuela como el Río de la Plata y Chile —precisa Gelman— eran zonas marginales del imperio español, y son las que más fácilmente adhieren al proceso revolucionario. No pasa lo mismo, claro, en zonas vitales para la monarquía hispánica: México, Perú, lo que es hoy Bolivia, eran zonas muy controladas. Hasta 1815, cuando es derrotado finalmente Napoleón, Inglaterra fue aliada de España. Por esta razón, su gobierno no apoyó abiertamente la independencia de los territorios americanos, aunque "extraoficialmente" siempre estuvo detrás de cada movimiento emancipador: su industria en expansión necesitaba nue vos mercados. Después de 1815, Inglaterra tuvo las manos libres para hacer notar su "influencia" en la decisión de independencia de estos lugares remotos. La restauración en Europa de los sectores más reaccionarios, monárquicos y absolutistas, incluida España, donde vuelve a reinar Fernando VII, acelera la necesidad de independencia de los territorios americanos hispánicos.

Esa decisión se tomó el 9 de Julio de 1816. Se creaba así una nueva nación, que no ocultaba un sesgo conservador. La profesora Goldman hace hincapié en el cambio de nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata por Provincias Unidas de Sud América: "La modificación del nombre estaría indicando que junto al proyecto de creación de una monarquía constitucional en la dinastía de los Incas, se estaba pensando en la creación de una nación que abarcara el Virreinato del Río de la Plata (reintegrando a Paraguay), Chile y Perú. Se propuso a Cuzco como capital del nuevo reino. Esto coincidía con el proyecto de emancipación continental impulsado por San Martín. Por otra parte —dice Goldman—, es muy incierta la situación de la Banda Oriental, ante la inminente invasión portuguesa, y el nuevo fracaso de las negociaciones con José Gervasio de Artigas para lograr su representación en el Congreso. De modo que el nuevo Estado nace con una indefinición de los límites territoriales de su autoridad y de sus atribuciones soberanas".

El historiador Plotkin aclara: "lo que 'no' ocurrió en 1816 fue la cristalización de un sentimiento nacional preexistente, tal como lo entendemos hoy. El concepto de Nación Argentina que tenemos actualmente, con límites geográficos precisos, un sentimiento de identidad y lealtad a la nación, y una historia y tradiciones compartidas simplemente no existía en 1816. Es más: yo diría que era una idea casi impensable en esa época. En 1816, el gobierno estaba jaqueado no sólo por los realistas sino por los impulsos federalistas de las provincias del Litoral y de otras provincias del interior, que darían origen después al federalismo argentino. Estas tendencias centrífugas continuaron existiendo, y aún en la década de 1860, durante la guerra con Paraguay, muchos correntinos se sentían más cercanos al Paraguay por su cultura, su lengua y su odio a Buenos Aires, que al Estado nacional ya constituido".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario