jueves, 21 de febrero de 2013

Tratado del Pilar - parte 3


 

 
Entre tanto, la Junta de Representantes creada por el bando del 12 de febrero, que nombró a Sarratea gobernador interino con los doce electores de la ciudad únicamente, pues que las armas federales ocupaban la campaña, se había reunido en minoría el 4 de marzo, y acordado lo conveniente para la renovación de los poderes públicos de la Provincia; fundando por medio de disposiciones trascendentales el sistema representativo federal en Buenos Aires, sobre cuya base debía modelarse al correr de los años el gobierno federo-nacional argentino.  Disponía la Junta que se eligiese en toda la Provincia doce diputados por la ciudad y otros tantos por la campaña; y que se observase en esta elección las mismas formas que habían servido para la de la Junta primera; esto es, que cada ciudadano hábil votase por sólo tres candidatos, y entregase su voto cerrado y firmado ante las juntas receptoras de las localidades.  Una vez constituidos los nuevos diputados, procederían a nombrar el que debía representar a Buenos Aires en el Congreso federal de San Lorenzo, con arreglo al tratado de Pilar; a elegir otro gobernador y hacer elegir otro Cabildo; a arreglar la deuda, y cualquier diferencia con las provincias hermanas.

En consecuencia de estas disposiciones, el gobernador Sarratea expidió un bando en el que convocaba al pueblo a alecciones para el día 20 de abril.  El resultado que dieron éstas el día 27, en que tuvieron lugar, no pudo ser más desastroso para el gobernador.  A la sombra de las divisiones locales, el partido directorial-unitario pudo componer la Junta de Representantes e integrar el Cabildo con sus hombres principales; de manera que el gobernador, aislado de Alvear y de Carrera, a quienes contenía por el momento el general Soler con su ejército en Luján; quebrado con este general a consecuencia de los últimos sucesos, y en conflicto con los dos poderes principales de la Provincia, quedó completamente sin apoyo en la opinión.  Inútiles fueron sus esfuerzos para invalidar la elección de algunos de los Representantes que habían pertenecido al partido directorial. (11)  El Cabildo se mostró inconmovible.  La Junta se reunió por su parte el 1º de mayo, y su primer paso, después de su instalación solemne, fue el de exigir a Sarratea su renuncia.  Sarratea no tuvo más que dejar su cargo a don Ildefonso Ramos Mexía, a quien la Junta nombró gobernador interino, despachando inmediatamente una comisión cerca del general Soler, con el encargo de comunicarle que él habría sido nombrado gobernador si su presencia no fuera indispensable al frente del ejército, en circunstancias en que López y Carrera se preparaban a invadir nuevamente a Buenos Aires.

Soler, a su calidad de jefe de partido, reunía en esos momentos la ventaja de estar al frente de un ejército cuyos jefes y oficiales le pertenecían por completo; así es que la Junta creyó contemporizar con él, haciéndole esperar que sería gobernador en propiedad.  El peligro que apuntaba la Junta era cierto.  Ramírez se había retirado de Buenos Aires para Entre Ríos, donde Artigas, el protector oriental, llamaba las milicias para seguir la guerra con los portugueses que lo habían desalojado de la provincia de Montevideo.  Pero detrás de Ramírez quedaba López, y junto a éste Carrera, y lo que era más doloroso, Alvear, el patricio de la Asamblea de 1813, oscureciendo sus glorias en esas tristes correrías.

Pero como la Junta extendiese su autoridad más allá de lo que se supuso el general Soler, éste agitó a sus amigos; y después de renunciar el comando que ejercía, se retiró a recuperar el gobierno que creyó obtener cuando se depuso a Sarratea.  El 16 de junio los jefes y oficiales de su ejército representaron al Cabildo de Luján que era voluntad de la campaña y de las tropas el que se reconociera al general Soler como gobernador y capitán general de la Provincia; y que esperaban que dicho Cabildo lo reconociese como tal, para evitar de esta manera los males que sobrevendrían.  El Cabildo de Luján reconoció a Soler en tal carácter, y Soler despachó una comisión encargada de presentar el oficio del Cabildo y la representación del ejército a la Junta de Representantes de Buenos Aires, para que lo hiciese obedecer en toda la Provincia (12).  La Junta no tuvo más que someterse a la intimación de Soler.  El gobernador Ramos Mexía presentó su renuncia; y la Junta, sin pronunciarse acerca de ella, le ordenó que depositase el bastón de mando en el Cabildo, a quien pidió al mismo tiempo que hiciese saber al general Soler que podía entrar en la ciudad sin resistencia, después de todo lo cual se disolvió.(13)


(11) Estos antecedentes se encuentran en el manifiesto que publicó con ese motivo el doctor don Tomás M. de Anchorena, y en la contestación de Sarratea de 6 de mayo de 1820.
(12) Oficio del general Soler al Exmo. Cabildo, del 9 de junio, y Contestación de esta corporación, de 20 de junio (en la colección de Adolfo Saldías).
(13) Bando del Cabildo del 20 de junio – El general Soler al Exmo. Ayuntamiento de 21 de junio, y la Contestación de este Exmo. señor, de 22 de junio – Oficio del señor general Soler al Exmo. Cabildo, fechado en San José de Flores, a 22 de junio – Bando del Exmo. Cabildo, Justicia y Regimiento, de 23 de junio de 1820 (en la colección de Adolfo Saldías).

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