martes, 11 de septiembre de 2012

Moreno, una muerte anunciada – parte 2


Ya eran varios los personajes a los que no les convenía que Mariano Moreno llegara a destino. Los regidores del Cabildo de Buenos Aires emitieron un oficio en el que decían que "la lectura de la reimpresión del Contrato social de Rousseau ordenada por el doctor Moreno no sólo no es útil sino más bien perjudicial" y declaraba "superflua la compra de 200 ejemplares de la obra". Sigue narrando Manuel Moreno: "No pudiendo proporcionarse a sus padecimientos ninguno de los remedios del arte, ya no nos quedaba otra esperanza de conservar sus preciosos días, que en la prontitud de la navegación; mas por desgracia tuvimos ésta extraordinariamente morosa, y todas las instancias hechas al capitán para que arribase al Janeiro (Río de Janeiro) o al Cabo de Buena Esperanza, no fueron escuchadas".

El capitán de la Fame se mostró hostil durante todo el viaje y se negó rotundamente a acceder a los pedidos humanitarios de los secretarios de Moreno de permitirles descender en el puerto más cercano. Ante las demandas permanentes de calmantes y ante la ausencia de un médico en la tripulación, a escondidas, el capitán le daba unas misteriosas gotas de un supuesto remedio, pero lo cierto era que Moreno estaba cada vez peor.

Finalmente, en la madrugada del 4 de marzo de 1811, el enigmático capitán le suministró un vaso de agua con cuatro gramos de antimonio tartarizado. El doctor Manuel Litter dice, en su libro Farmacología (1), que el antimonio es un metal pesado que se asemeja al arsénico, y señala que la ingestión de una dosis de 0,15 gramos puede ser mortal. A Moreno le dieron casi cuarenta veces esa proporción.

Los síntomas producidos por el antimonio son similares a los que provoca el arsénico (2). Así lo cuenta Manuel recordando el episodio, ya con su título de médico a cuestas, en 1836: "El accidente mortal, que cortó esta vida, fue causado por una dosis excesiva de emético, que le administró el capitán en un vaso de agua, una tarde que lo halló solo y postrado en su gabinete. Es circunstancia grave haber sorprendido al paciente con que era una medicina ligera y restaurante sin expresar cuál, ni avisar o consultar a la comitiva antes de presentársela. Si el doctor Moreno hubiese sabido se le daba tal cantidad de esta sustancia, sin duda no la hubiese tomado, pues a vista del estrago que le causó, y revelado el hecho, dijo que su constitución no admitía sino la cuarta parte (de la dosis), y que se reputaba muerto. Aun quedó en duda si fue mayor la cantidad de aquella droga y otra sustancia corrosiva la que se administró, no habiendo las circunstancias permitido la autopsia cadavérica". (3)

El 9 de marzo de 1813, la Asamblea General Constituyente investigó los asuntos de los gobiernos patrios. En la causa judicial correspondiente a la muerte de Moreno puede leerse que el oficial de la Secretaría de Guerra, Pedro Jiménez, declaró que le había sugerido a Moreno que se refugiara en algún lugar seguro porque "corrían voces de que se lo quería asesinar".

El prestigioso médico Juan Madera, introductor de la vacuna antivariólica y director de la Escuela de Medicina y Cirugía, declaró: "por la relación que le ha oído a su hermano Manuel, de la enfermedad, del emético y dosis que se le suministró por el capitán inglés y de la conducta cuidadosa que éste guardó para con dicho hermano y don Tomás Guido, que lo acompañaban, como sincerándose del hecho del exceso de la dosis, está persuadido el que declara de que el doctor Moreno fue muerto de intento por disposición de sus enemigos". Así concluía el expediente. Hasta el momento, ningún tribunal se ha expedido al respecto. Se sabe: en la Argentina la justicia suele ser lenta.

La amada viuda de Moreno, María Guadalupe Cuenca, recibió una pensión de treinta pesos fuertes mensuales. El sueldo de cada uno de los miembros del Triunvirato era de ochocientos pesos fuertes, pero, como decía Sócrates, para ciertos Estados los pensadores valen muy poco.

(1) Manuel Litter, Farmacología, Buenos Aires, El Ateneo, 1961.
(2) Eduardo Durnhofer, Mariano Moreno inédito, Buenos Aires, Plus Ultra, 1972.
(3) Manuel Moreno, Vida y memorias de Mariano Moreno, Buenos Aires, EUDEBA, 1968.


Felipe Pigna, HISTORIADOR
DOMINGO 01 MARZO 2009
http://edant.clarin.com/suplementos/zona/2009/03/01/z-01868096.htm



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