viernes, 11 de noviembre de 2011

Cuando Sarmiento puso a mil pesos la cabeza de José Hernández - parte 2

Este documento, que no apreció publicado ni en La Tribuna, ni en El Nacional, será transcripto días más tarde por el diario de Mitre. Hernández lo comentará: “Nada de las bases constitucionales de la intervención. Nada de requisición para intervenir... La paz Faustina ha sido derrotada...Entre Ríos resistirá la intervención desesperadamente: y para asegurar el triunfo completo de las armas nacionales, debe hacerse allí un nuevo pequeño Paraguay...El poder de López Jordán, por inseguro y débil que quiera suponérsele hoy, va a ser inmediatamente robustecido a la sola presencia de las tropas nacional en Entre Ríos”.

Aunque resistido y mirado con desconfianza por la oligarquía porteña, Sarmiento llega a un acuerdo con ella frente a la cuestión de Entre Ríos; nombra al general Emilio Mitre jefe del Ejército de Observaciones, “que vigilará las costas del Uruguay”. Detrás de esta miserable fachada se pretendía ocultar el verdadero fin de la invasión militar a la provincia.

Desde las columnas de El Río de la Plata, Hernández alertará bajo una nueva faz sobre los peligros de la política iniciada: “Nos hemos pronunciado abiertamente contra el asesinato del general Urquiza, porque aparte del hecho mismo, no creemos que sobre la sangre pueda cimentarse jamás nada sólido ni duradero... Pero estamos también en contra de la intervención armada... Se cae en el error profundo de considerar el movimiento revolucionario de Entre Ríos, como un propósito de reacción contra el orden existente en la República, y se le coloca al Gobierno Nacional frente de uno de ellos para sofocar supuestas tentativas del otro... Para nosotros no se trata de una lucha interior, de partidos, sino de la desmembración o integración de la República. Y porque, desde que Entre Ríos no ha requerido la intervención del Gobierno Nacional, al verse amenazado y envuelto en una guerra desastrosa, no será extraño que en sus mismas plazas públicas firme el acta de su independencia... La muerte del general Urquiza, la segregación de esas provincias o su destrucción por la guerra, coloca al Brasil en posesión quieta, segura y perdurable de la asolada República Paraguaya, y si él no ha sido instigador... ¿habrá quién no reconozca que él va a cosechar espléndidos resultados de esos hechos?”

Sarmiento ya se había borrado como suscriptor de El Río de la Plata. La oposición nacional de los porteños como Hernández era cada vez menos tolerada por la oligarquía lanzada nuevamente a un baño de sangre. Los opositores de este tipo comenzaban a ser vigilados, especialmente los sospechosos o sindicados como amigos de los jordanistas. Nuestro hombre, de treinta y seis años de edad y con dieciocho de actuación pública, decide cerrar su diario, que había alcanzado 207 publicaciones.

Miliciano jordanista

Fracasadas las gestiones de conciliación iniciadas por los jordanistas, la Legislatura entrerriana rechaza la arbitraria intervención, autorizando al gobernador López Jordán a repelerla con la fuerza provincial. Convocado el pueblo, 14 mil hombres se reunieron prontamente para enfrentar a los 16 mil de las fuerzas interventoras.
Gran parte de los recursos del gobierno central son destinados a financiar el aplastamiento de Entre Ríos. Mientras tanto, desde el interior del país, llegaban partes dando cuenta de la sublevación de batallones en solidaridad con la causa jordanista. Pero Buenos Aires estaba preparada. Ya la tacuara montonera debía enfrentarse a los remingstons adquiridos en el extranjero. Por gestión del general Gainza – “Don Ganza”, como lo llamara Martín Fierro – todo el ejército nacional es provisto del moderno armamento. Este hecho, inserto en el contexto histórico de la época, marcará la declinación final del paisanaje montonero. Las cargas triunfales de la caballería gaucha se volverán eco en la historia.

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