viernes, 11 de noviembre de 2011

Cuando Sarmiento puso a mil pesos la cabeza de José Hernández - parte 1

Se conoce al poeta José Hernández. Casi nada del político intenso y militante. Luis Alberto Rodríguez, un porteño de 33 años, ha reunido pacientemente los antecedentes históricos de la acción pública del autor del Martín Fierro en favor de las autonomías provinciales, en defensa de los humildes del interior y contra la oligarquía del puerto. Resultado de ese trabajo –que se aleja tanto de la historiografía liberal como del revisionismo, en procura de una visión totalizadora del pasado argentino- es el libro Vida política federal de José Hernández, que esta semana distribuyen en Buenos Aires la editorial El coloquio y del cual se anticipan fragmentos a continuación.

Sarmiento, luego del abrazo con Urquiza, y creyendo que contaría de ahí en más con el prestigio y las lanzas del caudillo entrerriano para fortalecer el poder central, inicia una ofensiva desde la prensa porteña contra la oposición mitrista. Pero Justo José de Urquiza ya no era respaldo; su entrega a la burguesía comercial de la ciudad puerto era harto evidente. El 11 de abril de 1870 las ilusiones del sanjuanino estallaban en el aire ante la conmoción de esta noticia: el caudillo entrerriano había sido muerto de un trabucazo en su palacio de San José. El ex gobernador de Córdoba, Simón Luengo, y un grupo de federales exaltados por su traición a la causa, son los que lo ultiman. El defensor del Chacho, el hombre que había anticipado este desenlace, José Hernández, dirá: “Tenga el Gobierno toda aquella sobriedad con que deben ser adornados todos los actos de esa elevada magistratura, y dando a la política una base amplia y generosa, salve a las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes del incendio que las amenaza... El país pasa por un momento de crisis...La política estrecha será la ruina de todos”.

Ante los críticos acontecimientos la Legislatura entrerriana nombra gobernador al general Ricardo López Jordán, hijo del hermanastro del caudillo Francisco Ramírez. El nuevo magistrado, de cuarenta y seis años, era un veterano de las lides guerreras: Arroyo Grande, Caseros, Cepeda y Pavón, atestiguaban su coraje y pericia. Diputado de su provincia, presidente de la Legislatura, todo menos gobernador del recelo de don Justo a su federalismo consecuente. En la proclama que dirigió a los entrerrianos afirmó que había hecho la revolución en la que desgraciadamente había muerto Urquiza, bajo las banderas de la libertad, el federalismo y la autonomía provincial. La mayoría del pueblo, que el sacrificio de San José no conmovió, respaldará desde el primer momento a López Jordán.

Sarmiento, presa de cólera y de los consejos de Mitre, interviene a Entre Ríos el 14 de abril: “El Gobierno Nacional estará entre vosotros con todo su poder, para evitar que el mal se agrave...No deis oídos a sugestiones de ambiciosos oscuros e ignorantes; para quienes el odio es un principio, el crimen un medio”.

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