domingo, 9 de octubre de 2011

La chacra de la familia Ramos Mexía – parte 1


La familia Ramos Mexía, de la que tomó su nombre la ciudad trocando la "x" por la "j" como ha ocurrido con otros vocablos antiguos, comenzó su actuación en el Río de la Plata con la llegada a mediados del siglo XVIII de D. Gregorio Ramos Mexía, de origen sevillano. Fue una persona con una empeñosa voluntad de trabajo, pero las crónicas refieren que no pudo salir de una cierta penuria económica, a la que no fue ajena su obstinada honradez, que lo siguió hasta su muerte en mayo de 1808, a la edad de 82 años.

Don Gregorio tuvo trece hijos, siete mujeres y seis varones, de los cuales fijaremos nuestra atención en Francisco Hermógenes, por la directa trascendencia que tuvo para la historia de nuestra ciudad.
"Pancho" Ramos, como se le decía a ese hijo en el círculo de sus amistades, nació en 1773 cuando en Buenos Aires se desempeñaba como gobernador D. Juan José de Vértiz y Salcedo. A los 26 años de edad partió para el Alto Perú, en busca de mejores horizontes de trabajo, y en la ciudad de La Paz se casó en 1804 con Da. María Antonia Segurola, otro nombre que tampoco debemos perder de vista en relación con estos acontecimientos.
El matrimonio hizo que la situación patrimonial de Francisco cambiara diametralmente, porque su flamante esposa aportó como dote extensas y valiosas fincas rurales ubicadas en lo que hoy es territorio boliviano, algunas de ellas dedicadas a la explotación de la coca, para lo que se utilizaba mano de obra indígena.
A los dos años de casado regresó Francisco a Buenos Aires, acompañado de su mujer María Antonia. Hicieron la larga travesía desde el Alto Perú junto con ayudantes y 200 esclavos, en una lenta y riesgosa marcha, transportando una muy valiosa carga de barras de oro y plata y un cuantioso numerario de onzas de oro.
Cuando llegaron a Buenos Aires ya se había rechazado la primera invasión inglesa y D. Santiago de Liniers ocupaba interinamente la gobernación de la ciudad en reemplazo de Sobremonte, separado de su cargo por el Cabildo.
Al año siguiente se produjo la segunda invasión inglesa, que corrió la misma suerte adversa de la primera, y en el heroico comportamiento de todo el pueblo de Buenos Aires no cabe descartar que la familia Ramos Mexía prestara su adhesión a la lucha.

Recuperada la paz, Francisco y María Antonia decidieron en 1808 aplicar parte de la fortuna que habían traído del Altiplano, producto de la enajenación de los inmuebles arriba citados. Con ese objeto adquirieron al Comisario de Guerra y Factor Juez Oficial Real D. Martín José de Altolaguirre una extensión de tierras en la zona de La Matanza, que se escrituró el 25 de octubre de 1808 ante el escribano D. Mariano García de Echaburu. En ese documento se detalla que el precio convenido fue de 32.000 pesos de plata corriente, y que la operación comprendía "una Chácara... en la que están inclusos todos sus aprovechamientos", entre ellos seis esclavos negros "los cuales se ponen a 50 pesos cada uno con derecho de poderse libertar en este precio cuando puedan". La chacra se extendía en forma de cuadrilátero desde el río Matanza hasta los montes de tala que llegaban al Palomar de Caseros, con una superficie de más de seis mil hectáreas. Entre sus límites se hallaba todo lo que hoy constituye el tejido urbano de la ciudad de Ramos Mejía.

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