jueves, 6 de octubre de 2011

El pueblo testigo de una batalla histórica – parte 1



En Quebracho Herrado se enfrentaron las fuerzas federales y unitarias, y sus pobladores homenajean hoy al vencido en la contienda, el general Lavalle

La derrota del ejército comandado por el unitario general Juan Lavalle ante las tropas federales llevó a un pequeño pueblo cordobés a ocupar un sitio privilegiado en la historia argentina. El exterminio del Ejército Libertador signó la vida de una comunidad que, aunque suene paradójico, recuerda a esta región con el nombre del general vencido: Campo Lavalle.
A 20 kilómetros al oeste de la ciudad de San Francisco, muy próximo al límite con la provincia de Santa Fe, un cartel de grandes dimensiones invita a conocer un pequeño "pueblo con historia". Es que precisamente, Quebracho Herrado es eso, un pueblo mencionado en muchos textos de historiadores argentinos por haber tenido lugar en ese paraje, el 28 de noviembre de 1840, la sangrienta batalla conocida como Quebracho Herrado.

El nombre del lugar se debe a un robusto árbol de quebracho con un hierro clavado en el tronco, que se utilizaba como referencia para delimitar las provincias de Córdoba y Santa Fe. Tal denominación data del primer motivo que llevó al pueblo a los libros de historia: la creación en 1816 del Fuerte Posta, un paso obligado en el camino que unía Córdoba con Santa Fe.

Lugar tranquilo

Por las tardes, cuando el sol cae y el trajinar diario se apacigua, los vecinos se concentran en el bar que mira hacia la inmensa plaza central. Allí el entretenimiento obligado es la charla amena entre paisanos, la organización de algún partidito de bochas y la tirada de naipes sobre la mesa rústica de madera, todo ello bañado por algún buen vino o el siempre solicitado vermut.

En tanto, las mujeres prefieren en las tardes cálidas convertir a las veredas en escenario de sus citas entre amigas y allí, sumándose más tarde los varones de la casa, se suceden largas horas de tertulia en las que no falta el mate amargo.
Las calles, apacibles, son en su mayoría de tierra. No se conoce de semáforos ni de tránsito fluido, tampoco hay grandes tiendas ni menos shoppings que se atrevan a reemplazar al almacén de ramos generales en donde la atención al público es una cuestión que se transmite de generación en generación.

Así es Quebracho Herrado, una localidad que nada tendría de diferente a otros asentamientos distribuidos como mojones en los fértiles campos generosos en trigo y soja que afloran en el centro de nuestro país.
Los restos de la famosa batalla entre hermanos argentinos empezaron a aparecer después del desmonte que anunciaría a la espiga de trigo que ganó esos campos.

No son pocas las familias que conservan en sus viviendas algunos "recuerdos" de la contienda mientras que en el Museo Raúl Machado (en alusión al pintor oriundo de estos pagos), emplazado por la Agrupación Gaucha Fortín General Lavalle, se exhiben balas de fusil y cañón, puntas de lanza, sables, bayonetas y fusiles de todo tipo, que fueron recuperadas por los propietarios de terrenos del lugar como elocuente testimonio histórico.

Más allá de los vencedores y vencidos que dejó la batalla de Quebracho Herrado, quienes residen en esta región del país recuerdan con especial sensibilidad esta batalla que dio carácter histórico a un pueblo tan pequeño.
Para referirse al escenario del acontecimiento sólo hay una denominación, paradójica, que evoca al militar vencido: Campo Lavalle. Es así que todos identificarían al impreciso espacio donde el ruido de la artillería rompió el aburrido silencio de la llanura.

No sólo el campo de batalla recibió el nombre del general que luchó contra Rosas. La agrupación gaucha local se conoce como Fortín General Lavalle y la escuelita rural se bautizó General Lavalle.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario