jueves, 6 de octubre de 2011

El pueblo testigo de una batalla histórica – parte 2


Una batalla importante

El historiador Carlos Montiel intentó destacar la relevancia de la batalla de Quebracho Herrado recordando que "en Caseros se estima que participaron 46.000 combatientes, en Pavón 39.000, en Cepeda 23.000 y en Quebracho Herrado 10.800 argentinos. Incluso agregó que "en el combate de San Lorenzo sólo intervinieron 370 hombres y en Quebracho hubo más muertos que en la Guerra de las Malvinas. Sin embargo, no se la tiene en cuenta como se debería", advirtió.
Lo cierto es que su trascendencia residió en que esta batalla dio término a la campaña del ejército libertador y a las esperanzas unitarias de derrocar a Rosas, quien, por el contrario, se afianzó en el poder.

Los hechos históricos marcan la memoria de un pueblo y así es que la batalla de Quebracho Herrado, con sus apenas dos horas de duración, no puede pasar inadvertida por quienes habitan la cercanía del lugar. De eso da fe el monolito ubicado en pleno campo, que no identifica vencedores ni vencidos, sino que ser un homenaje a los hombres que dejaron sus vidas en el campo de batalla, en la lucha por mantener sus ideales.

En este mismo lugar, todos los años, cada 28 de noviembre, ningún vecino quiere faltar a la cita para recordar la histórica batalla. Así es que junto a la vieja estación de trenes se organizan distintas actividades, todas ellas con sabor criollo, como muestras de doma y jineteada, pruebas de destreza, danzas y canciones folklóricas, asado y empanadas y, como broche de oro, no podrá estar ausente algún payador que recuerde los versos de Hugo Bagnera que decía: "Diezma la fila unitaria tantas cargas federales, prometiendo a sus rivales largas horas funerarias, cada vez más solitaria la bandera de sus huestes y en el panorama agreste triste de Quebracho Herrado, el campo queda sembrado de chaquetillas celestes".

Combate desigual

En este campo adonde fue la batalla, según relató el historiador Julio R. Ubry, no había agricultura, sino pajonales grandes y llenos de hormigueros, arbustos espinosos y algún montecito de quebrachos que no eran de la zona, pero allí se habían formado.
Luego de apoderarse de la ciudad de Santa Fe, Lavalle se dirigió a Córdoba para unirse a las tropas de Lamadrid, y que le proveyeran de caballadas. En tanto, el general Oribe, con un ejército de 5000 hombres de caballería, 1000 de infantería y un escuadrón de indios amigos, lo persiguió tenazmente. Lavalle se retrasó y debió enfrentar solo a las tropas rosistas.
Los dos ejércitos eran numerosos. Oribe, por su parte, estimó el de Lavalle en 4200 combatientes. A su vez, Lavalle decía que Oribe contaba con 5000 hombres de infantería, con 1000 infantes de caballería, toda bien alimentada y reposada.
En el amanecer del 28 de noviembre de 1840, la caravana unitaria distaba a dos leguas de la laguna de Quebracho Herrado, punto donde tenían que hacer el alto y dar de beber a las tropas y a los caballos, ya que hacía cuatro días que algunos no comían ni bebían.

En esta situación, aproximadamente a las 14, a unos 15 kilómetros al sur de lo que hoy es la localidad, lo atacaron.
Hasta las 16, el combate fue favorable a Lavalle, pero sus escuadrones ya no evolucionaron con la misma fuerza. Lavalle, en lugar de dominar el campo de batalla como general en jefe, prefirió convertirse en un oficial más. Nadie mandaba en la línea unitaria. Cada jefe campeó por sus honores. Al retirarse Lavalle, convencido de haber perdido la batalla, todavía ordenó que se resistiera a pie firme el choque de los enemigos.

El triunfo federal fue absoluto. De los 4200 hombres que componían el ejército unitario, Lavalle en esa jornada perdió 1500 hombres. Según recordó Ubry, de esta lucha que se hizo en varios kilómetros cuadrados, con la participación de casi 11.000 hombres, quedaron "fusiles rotos, sables, bayonetas, machetes, lanzas de hierro, ropas y arneses caídos, Luises de oro, boleadoras indias, balas de cañón". Todo quedó para que el generoso arado las saque a lo largo de años de trabajo. Hoy, son campos de labranza pertenecientes a las familias Ambrosino y Rivero Haedo.

La pulpera

No puede pensarse que un pueblo tan pequeño pudiera encerrar tanta historia. Quebracho Herrado no sólo fue escenario de una sangrienta batalla , sino que la leyenda popular le atribuye "el honor" de haber sido visitado por la famosa Pulpera de Santa Lucía, personaje de la pieza musical de Maciel y Blomber.
El vals surgiría de la memoria de un criollo que se remonta a la época de Rosas. La presencia de la mujer obedece a que se canta que "la llevó un payador de Lavalle/ cuando el año 40 moría". Se cree que la Pulpera de Santa Lucía pernoctó en la zona, porque había en el ejército un payador al se le habría autorizado llevar a su amada, llegando ambos al fuerte de Quebracho Herrado junto con Lavalle.

Patricia Angeletti
LA NACION


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