miércoles, 29 de junio de 2011

Fusilamiento de Domingo Cullen - parte 3

Rosas, en carta a Tomás Brizuela, gobernador de La Rioja, le manifestaba que “la permanencia del tal Cullen allí, en el estado actual de aquellos pueblos, con las nuevas administraciones (de tipo unitario), los embrollará”.

Escribe cinco cartas más a Ibarra y, después de decirle en su carta del 15 de abril de 1839, que “el bribón y cachafaz de Cullen, desde el gobierno de Santa Fe andaba siempre estudiando cómo traicionarnos y cómo anarquizar la República”; y, después de analizar, su intervención en la preparación del asesinato de Facundo Quiroga y otros turbios manejos, como la invasión de Rodríguez a Córdoba para derrocar a Manuel López, añade: “No puedo, ni por un solo instante, creer que Usted quiera comprometer su honor y buen nombre, ni exponer la causa federal y la unión y la tranquilidad de las provincias por salvar a un malvado, desde que sepa lo que es, y se penetre, como debe penetrarse, de los gravísimos males que causará a la República, si no lo remite inmediatamente, bien asegurado con dos barras de grillos y con la suficiente custodia… (Cullen, cómplice con los Reinafé, es un hombre) sediento de sangre argentina, (que) desde el inmerecido asilo que le dispensa V. Excia., está conmoviendo los pueblos y renovando en ellos la desastrosa guerra de los parricidas unitarios”.

El 13 de abril le había dicho: “Recuerde Usted las relaciones y las maniobras secretas de varios unitarios en Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy con el ejército enemigo… el asesinato de don Alejandro (Heredia en Tucumán) y la deposición del mando de don Felipe (Heredia, su hermano) en Salta… Mientras dichas provincias no vuelvan sobre sus pasos (no podré, como encargado de las relaciones exteriores), sacar de la completa derrota y conclusión de Santa Cruz todas las ventajas a que podemos y debemos aspirar en nuestras ulteriores relaciones con aquella república (de Bolivia)… la línea que divide el territorio de ambos estados es irregular y perjudicial a esta república… Pero para todo eso es necesario que las provincias fronterizas uniformen su marcha con la autoridad general que las representa en el Exterior, y que se subordinen… Esta clase de hombres (que se dicen federales) y son unitarios enmascarados, perdió a de la Torre, a Reinafé, a Yanzón en San Juan, a Heredia, a Berón de Astrada, a muchos otros y los perderá a ellos… porque yo, no he de variar la marcha política que he seguido hasta aquí, ni las demás provincias de la Federación han de ser indiferentes a los males que les están causando.
Y si yo no procediese así, sería un enemigo de mi Patria”.


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