jueves, 26 de mayo de 2011

Aniversario del nacimiento de Almafuerte – parte 2



A los 16 años, sin tener siquiera el título de maestro, pero provisto de una larga experiencia al frente de las clases, Almafuerte es nombrado director de una escuelita rural en Chacabuco, en la campaña bonaerense. Esta precocidad lo emparenta con nuestro maestro máximo, Domingo Faustino Sarmiento, a quien pudo conocer, por fin, en la misma Chacabuco en 1884.

Por esos tiempos despierta la necesidad de expresar en poesía todos sus sentimientos: siendo un autor completamente autodidacta, resulta casi imposible clasificarlo dentro de las corrientes literarias de su época, aunque el conocedor descubrirá la voz y la técnica de José de Espronceda tras la garganta y la pluma de Almafuerte.

Cuando Almafuerte cumplió 20 años, el diario Tribuna publicó su primer poema: Olvídate de mí. En 1875 fue Pobre Teresa, una obra de teatro en cuatro actos, escrita en verso. Con el ímpetu de esos pequeños primeros logros, el poeta continuó publicando en medios de mínima o regular tirada: La Ondina de Plata, El Álbum del Hogar, Caras y Caretas y La Biblioteca.

Pero la gran difusión del nombre y la obra de Almafuerte aún estaban por venir: en 1893, el importantísimo diario argentino (hoy día el segundo en circulación) La Nación, publicó su poema ?, que incluímos en el número de nuestro Boletín que se incluye en el enlace del título. ? levantó una polémica tan grande que se discutió, en su momento, hasta en el diario El Globo de Madrid.

Almafuerte fue un orador que prefería componer poesías a declamar ideales. Su ideología era libertaria e inflexible, claramente inspirada en las de la Revolución de 1810 (Libertad de Argentina con respecto a España), la Declaración de la Independencia (1816) y la Organización Nacional de 1853. Periodista desde los 20 años, escribió en el diario Buenos Aires, fue secretario de redacción de El Oeste de la ciudad de Mercedes, dirigió el diario El Pueblo y fundó El Progreso en Chacabuco. También fue periodista en La Plata, desde donde combatió ácidamente al gobierno argentino.
Según sus propias palabras: "Puse en aquella violentísima hoja toda mi sinceridad y buenas intenciones. A este Gobierno le entregué mi reputación y mi cerebro todos los días, todas las horas del día. No saqué de él ni provecho pecunario, ni provecho político, sino una enorme cosecha de odios y de envidias...".

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