jueves, 30 de septiembre de 2010

Rompimiento de relaciones con Brasil - parte 3

Era una esperanza desesperada, pues la intuición política del Canciller Paulino le hacía temer el completo abandono de Francia a toda otra aventura en el Plata después de la lección severa recibida en la Vuelta de Obligado. De allí que el mismo día –30 de septiembre- en que Paulino entregó los pasaportes al general Guido, escribía a José María de Amaral, Encargado de Negocios de Brasil en Francia, explicándole el alcance del paso dado y la necesidad para el Imperio de cesar todo motivo de rozamiento con Inglaterra en la grave cuestión del tráfico de esclavos:

“…El pobre Brasil teniendo en sí tantos elementos de disolución, tal vez no pudiese resistir a una guerra en el Plata…” (3).

O Rosas o el Imperio

Desde que en setiembre de 1848 se afirmó en Brasil la política de represión contra la ola revolucionaria social que llegaba desde Europa, a nadie escapó que la consecuencia internacional de esa represión podría llevar a una guerra contra Rosas.

El 29 de setiembre de 1848 tomó el gobierno el partido conservador brasileño (conocido generalmente por partido “saquarema”) con el vizconde Olinda, antiguo Regente, en la jefatura del gabinete; su misión era postergar todo conflicto con Rosas, mientras yugulaba la grave revolución de los “praieiros” –republicanos y hasta socialistas- de Pernambuco y establecía la ley marcial en los puntos neurálgicos del desunido Imperio.

El astuto vizconde –o Maquiavelo da rúa do Lavradío- cede sumiso a las arrogancias de Rosas, hasta dejar poco menos que en jirones el honor imperial. No era cosa de enzarzarse en una guerra internacional con el frente interno en pedazos.

Tampoco Rosas podía ir a la guerra contra Brasil en 1848, sin acabar de solucionar sus problemas con Inglaterra y Francia. Pero la preparaba cuidadosamente, mediante el armamento y adiestramiento de los dos fuertes cuerpos militares de los Estados del Plata: El Ejército de Operaciones de la Confederación Argentina acantonado en Entre Ríos y Corrientes bajo el mando del general Urquiza, que podía poner entre 15 ó 16 mil hombres sobre las armas. Y el “Aliado de Vanguardia”, de un número aproximado de combatientes argentinos y orientales, comandado por el general Oribe, presidente de la República Oriental.

En octubre de 1849, la noticia en Brasil de la ratificación del proyecto Southern por Inglaterra y en consecuencia su elevación a tratado, obliga al Imperio a ponerse en mejores condiciones para la guerra.

La revolución democrática ha sido extinguida, y el vizconde Olinda deja la presidencia del gabinete; el 8 de octubre (de 1849) lo reemplaza en la cartera de Negocios Extranjeros uno de los más tenaces y hábiles diplomáticos del Imperio, Paulino José Soares de Souza, más tarde vizconde de Uruguay.

Su propósito, como lo dice Andrés Lamas en sus cartas a Montevideo (4) era disponer “sem bulha” las cosas para una guerra inevitable.

(3) Paulino a Amaral 30 de setiembre de 1850, J. A. Soares de Souza “O general Urquiza en Brasil”, 59

(4) Lamas a Herrera, 15 de noviembre de 1849, Correspondencia Diplomática de M. Herrera y Obes, II 180/1, José María Rosa, La caída de Rosas, 225.

www.revisionistas.com.ar

No hay comentarios.:

Publicar un comentario