domingo, 11 de abril de 2010

La muerte del General Urquiza



En 1868 asumió una vez mas la primer magistratura provincial, la que en definitiva le costó la vida. “Usted no necesita de ese puesto para ser el hijo querido y obedecido del pueblo entrerriano” – le aconsejaba uno de sus hijos-, sin poder convencerlo.
Constituyó, seguramente, un error político el retorno del General Urquiza al gobierno entrerriano en los últimos años de la década del sesenta. Signos de oposición habían comenzado a manifestarse en varios sectores desde tiempo atrás.
Contribuyeron a moldear el panorama adverso innumerables factores coyunturales y estructurales, actuales y de larga data. Entre ellos, la actitud de acatamiento al gobierno de Mitre frente a la guerra del Paraguay cuando el sentimiento popular entrerriano la rechazaba –las deserciones de Basualdo y Toledo lo evidencian-; la presencia del Presidente Sarmiento visitando a su antiguo adversario político en el Palacio San José para conmemorar la batalla de Caseros; las medidas económicas adoptadas ante la grave crisis que vivió la provincia litoraleña; la oposición política agrupada en torno a la figura de Ricardo López Jordán.
Suma de razones que condujeron al movimiento revolucionario que se inició con el asalto a la residencia particular de Urquiza y que provocara su asesinato el 11 de abril de 1870 en su dormitorio.
Las consecuencias de la trágica muerte del General Entrerriano fueron la intervención de las tropas nacionales y los enfrentamientos armados, campos devastados, estancias saqueadas, gobiernos inestables, pérdida de peso político en el contexto nacional, razones que a su vez postergaron por largos años el crecimiento de Entre Ríos.
Aciertos y errores generaron adhesiones y oposiciones.
Perspectivas diferentes de sus propios coetáneos, las que después se extendieron a lo largo del tiempo generando posturas históricas contrapuestas. Actuó en un contexto histórico determinado, el que le brindó posibilidades y limitaciones, y quizás es dable aplicar lo sostenido por Maquiavelo para el Príncipe, “prospera aquel que armoniza su modo de proceder con la condición de los tiempos y... paralelamente, decae aquel cuya conducta entra en contradicción con ella.
La vida del General Urquiza concluyó, pero no el producto de su acción. Su huella fue lo suficientemente profunda para mantenerse en el tiempo. Comprendida o no, aceptada o rechazada, con éxitos y errores, pero indeleble, su figura continua hoy siendo el símbolo por excelencia de la provincia litoraleña a la que perteneció y a partir de la cual extendió su acción al resto del país con una mentalidad nueva, aunque sin abandonar definitivamente los modelos culturales en los que originariamente se formó.
Justo José de Urquiza concilió la transición entre dos tiempos diferentes, forjando una obra que pervive hoy por su magnitud e incidencia en la historia nacional.
Prof. Ana Maria Barreto
Jefe de Departamento Educativo y de Extensión Cultural
Palacio San José – Museo Urquiza

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