viernes, 9 de octubre de 2009

La muerte de Che Guevara - Versión de la CIA - parte 2

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Pero luego, a fines de 1995, el general boliviano retirado Mario Vargas dijo al autor norteamericano John Lee Anderson, que estaba escribiendo una biografía del Che, que el cuerpo había sido enterrado cerca de la pista de Vallegrande. Posteriormente, Vargas admitió que había basado su historia en rumores que, irónicamente, resultaron correctos.
Súbitamente, el pueblecito de 8,000 habitantes estaba lleno de antropólogos forenses y geólogos cubanos. Se las arreglaron para ubicar cinco restos, apenas una fracción de los 32 guerrilleros muertos en el área en 1967 y enterrados en tumbas sin marcas.

Pero durante los 16 meses siguientes no hubo indicios del cuerpo del Che.

Entonces, en la primavera, Villoldo reapareció e hizo un ofrecimiento de gran impacto.
En un mensaje enviado el 23 de abril y hecho llegar clandestinamente a Aleida, hija del Che y partidaria de Castro que vive en La Habana, Villoldo ofreció personalmente desenterrar los restos del Che y entregárselos por razones humanitarias.
Villoldo escribió que sólo dos años antes había creído que los restos del Che deberían de permanecer escondidos. Pero varios factores, añadió, lo habían llevado ``a una profunda reconsideración''.

``No he renunciado a los principios personales, ideológicos y políticos que me llevaron a luchar contra Ernesto `Che' Guevara'', le escribió a Aleida. ``Pero de la misma forma en que Estados Unidos quiere tener los restos de sus muertos en Corea y Vietnam, la viuda y los hijos de Guevara también tienen el derecho a reclamar su cuerpo''.

Puso dos condiciones. No quería política ni propaganda, porque no quería exponerse a los ataques de los exiliados de Miami que pudieran discrepar de su decisión de cooperar. ``Soy un exiliado político y vivo en una difícil sociedad de exiliados, cargada de múltiples presiones''.

Y quería control exclusivo de toda la publicidad. Dijo que cualquier ganancia derivada de la casi segura explosión publicitaria debía donarse a becas destinadas a estudiantes bolivianos de medicina.


Ahora Villoldo reconoce haber tenido otra preocupación: puesto que era probable que los huesos del Che fuesen recuperados tarde o temprano, ya que después de todo los cubanos excavaban en el sector correcto, participar en las excavaciones le restaría lustre al probable triunfo de Castro.

Pero, en realidad, la oferta de Villoldo desató una carrera por los restos entre los cubanos, Villoldo y hasta los mismos bolivianos, que querían mantener la tumba del Che en Vallegrande como atractivo turístico y monumento político.
``Me dijeron que a Fidel le dio un ataque porque no podía permitir que el `gusano' que asesoró al ejército boliviano en la cacería del Che y el hombre que sabía dónde estaba enterrado fuera el hombre que lo devolviera a Cuba''.
Mientras, los funcionarios municipales de Vallegrande declararon que los restos del Che eran ``patrimonio nacional'' y declararon una moratoria a las excavaciones hasta mediados de junio.
Villoldo había contratado a una firma cuyo radar de búsqueda en tierra pudiera localizar el lugar de la tumba del Che, en caso de que le fallara la memoria, y negoció en Miami con un equipo de televisión de tres miembros para filmar la búsqueda.

Niega haber querido publicidad para él mismo. ``Quería que la historia supiera exactamente cómo sucedieron las cosas'', dijo.


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