viernes, 25 de septiembre de 2009

Revista Don Quijote - parte 1


La sátira política como ejercicio del periodismo de opinión


La revista Don Quijote (1884 - 1905) es, sin duda, uno de los grandes hitos en la historia del periodismo nacional, aunque su trayectoria y el rol que jugó durante más de dos décadas en la prensa argentina son poco conocidos. Contemporánea de El Mosquito (1863-1893) y precursora de Caras y Caretas (aparecida el 8 de octubre de 1898, por cuyas páginas pasaron varios ex redactores y dibujantes de Don Quijote), logró definir un perfil propio a pesar de caminar el duro sendero del humor gráfico de corte político, no siempre tolerable en las altas esferas del poder. El destino quiso que su vida como periódico independiente transcurriera en la decisiva época de la consolidación de la Argentina moderna.


Al respecto, los historiadores coinciden en catalogar el período que va de 1880 a 1910 como la época de oro del modelo agroexportador y la inserción política, económica y cultural de nuestro país en el concierto de las naciones más desarrolladas. De la mano de una clase aristocrática ilustrada que deviene en oligarquía y viaja frecuentemente a Europa, trayendo las últimas corrientes en materia de pensamiento económico, político y social, nuestro país entra en un período de expansión económica en la que el liberalismo y el positivismo como filosofía que lo sustenta, "tiñen a partir de 1880 todos los gestos que se dan en todos los niveles y constituyen el aglutinante de la experiencia total que se inicia".

Don Quijote y el poder

Don Quijote supo reflejar la otra cara de ese proceso político, no siempre explícita, y mostrar las miserias y el accionar controvertido de algunos políticos, miembros de sucesivos gobiernos nacionales. La incesante prédica de esta revista en defensa de los derechos del pueblo, marcó a fuego a una sociedad que estaba siendo sometida a cambios vertiginosos, no siempre acompañados por la transparencia deseable en el manejo de la cosa pública. Diferente es el caso de Don Quijote, dirigido por el español Eduardo Sojo, que había llegado a la Argentina un año antes procedente de la Madre Patria, y cuyo primer número salió a la calle el 16 de agosto de 1884. Sojo, periodista y dibujante, debió abandonar España debido a sus ideales republicanos y dedicó los siguientes veinte años de su vida a editar Don Quijote, emprendimiento que tampoco estuvo exento de rencillas con el poder. Aunque sufrió cárceles, censura, el secuestro de varios números y presiones de toda índole, que intentaron acallar su mordaz crítica acerca de los excesos del gobierno de turno, muy pocos pudieron esquivar los arteros ataques del hidalgo caballero que, en Buenos Aires a fines del siglo XIX, trocó su lanza manchega por un lápiz de trazo firme y temible. En Don Quijote rara vez aparecían temas ajenos a la realidad política, social y económica del país. Sólo algunos asuntos de relevancia mundial y hacia el final de su existencia (en Don Quijote Moderno, que ya se verá de qué se trata), incorporó opiniones sobre literatos, actores, actrices o cantantes del momento. Lo sustancial de su función en el periodismo de la época, fue sin duda, la combinación del artículo editorial junto a la ­aparentemente inocua y divertida caricatura, la que con frecuencia se transformaba en el núcleo de la edición rea1idad, constituye el corazón de la revista.

Periodistas y dibujantes

Como ya se ha dicho, Eduardo Sojo fue el cerebro y el cuerpo de la revista durante toda su existencia. Su fuerte personalidad habría de chocar aquí con un poder bien afincado y con todas las riendas en sus manos. El roquismo estaba en su apogeo, y desarrollaba un programa de consolidación de lo que la Generación del '80 dio en llamar el progreso y la constitución y afianzamiento de la Argentina moderna. Don Quijote apareció en 1884 promediando la primera presidencia de Roca, con caricaturas de carácter agresivo, mordaz e incisivo, lo que le valió a Sojo el tener que vivir escondido durante diversos momentos de su vida, en tanto muchos allegados lo conocieron por el sobrenombre de Marat, en alusión al revolucionario de la Francia republicana de 1789.

Sojo firmaba sus dibujos como Demócrito, en tanto Manuel Mayol, gran pintor y dibujante español originario de Cádiz, trabajó en Don Quijote hasta entrada la década del '90 y lo hacía bajo el seudónimo de Heráclito, nombre que se le ocurrió al mismo

Fuente: “Don Quijote”de Carlos Boyadjian publicado en Historia de Revistas Argentinas Tomo
III (AAER)
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