¿Qué edad tenía cuando renunció?
49 años.
Un poco joven para
jubilarse…. Aun en la Argentina. ¿Recibe la jubilación de ministro?
Recibo la
jubilación a partir de 1979, por haber realizado aportes jubilatorios por un
período mayor a 30 años de servicios.
Volviendo al tema,
yo sospecho de aquellos que nunca han trabajado. En el resto del mundo esto no
es así; lo hemos inventado en la Argentina. ¿O es una forma de sacar a la gente
capaz de la función pública? Lo que algunas veces he pensado. Quizás es una forma
muy hábil de llevar a los no idóneos, a los ineptos, a la función pública.
Usted dice que no
volvió a la actividad oficial pero sin embargo retornó a la función pública
internacional en la década del ‘70…
Yo me quedé en la
Argentina hasta fines de 1971 y luego, como dice usted, me convierto en el
trapo rojo de unos pocos llamados políticos que buscan cualquier excusa para
organizar un escándalo, pero que no tienen a nadie detrás de ellos y sus
supuestas plataformas no proponen nada para el país; lanzan calumnias y ataques
personales, pero no ofrecen soluciones a los problemas nacionales. Volviendo a
la pregunta, considero que no podemos invalidar a la gente que ha tenido
experiencia, tanto pública como privada, y ponerla en la congeladora.
Recuerdo que por
1972 hubo una sola defensa pública de su persona (posiblemente hayan existido
otras pero las desconozco), frente a los ataques que estamos comentando y ante
la posibilidad de que usted trabaje donde le parezca. Esa defensa estuvo a
cargo de Guido Di Tella durante un reportaje que le hicieron por televisión.
Sí señor. Guido Di
Tella fue uno de los pocos defensores que he tenido, y no tenemos las mismas
ideas. En una palabra, yo tenía mi conciencia tranquila. Fue así que a fines
del ’71 consideré que las cosas en la Argentina iban a terminar mal
políticamente, porque el país no buscaba la solución, y acepté el ofrecimiento
de escribir un libro; en Europa, sobre investigaciones económicas en América
Latina.
Es una obra que elaboré con un asistente que como me cayó muy simpático decidí hacerlo coautor del trabajo. Era un hombre joven, inteligente, cubano, que había estado en Sierra Maestra peleando con el Che Guevara, un gran idealista en su juventud.
Fíjese que el liberal argentino Krieger Vasena puede coincidir con un hombre
que tenía 20 años menos que él y que había luchado en Cuba con Fidel Castro. O
sea que afuera muchas veces uno encuentra gente en el camino con la cual puede
coincidir, y acá en la Argentina ocurre que en muchas ocasiones no coincidimos
en cosas mínimas. ¿No es nuestro gran problema buscar siempre el desencuentro e
injuriar a quien no piensa exactamente igual?
Y después viene el
período del Banco Mundial.
Cuando estaba terminando el trabajo de investigación, a fines de 1973, fui llamado por el presidente del Banco Mundial, McNamara, y me ofreció el cargo de la vicepresidencia ejecutiva para América Latina en aquella institución. Tuve algunas dudas. Viajé a Washington y le dije que no entendía por qué debía ser yo, habiendo tantos funcionarios capaces en el mismo banco.
Me dijo que quería
poner alguien que había tenido éxito y que, además, conociera bien la
mentalidad de los países del continente, su forma de pensar y su idiosincrasia.
Fue así que acepté, me trasladé a Estados Unidos y estuve cinco años en el
cargo, prestando casi el mismo servicio que en un ministerio. Para mí fue una
experiencia extraordinaria, donde aprendí muchísimo; por eso me enorgullezco de
haber cumplido esa función donde creo que dejé un saldo favorable.
Y ahora nuevamente
en la Argentina, otra vez en la actividad privada.
Sí, y me pienso quedar en la actividad privada. Creo que he cumplido con mi condición de ciudadano al servicio de mi país; si se suman los años trabajados en los dos ministerios, más los cinco años largos en el Banco Mundial, son más de 10 años al más alto nivel en la vía pública, y considero que llegado el momento uno tiene que saber renunciar a estas cosas para dejar paso a la gente joven.
Creo
profundamente en la renovación; la hubo en la parte económica pero no fue así
en lo político. Yo estoy dispuesto a colaborar, a verter opiniones dentro de
mis posibilidades, pero no quiero volver a las más altas funciones públicas, a
tener nuevamente esa tremenda responsabilidad que cuando uno la asume con conciencia
es abrumadora.
¿Cómo ve en la
actualidad, con todo lo que ha pasado en el mundo y en nuestro país en estos
últimos años, al período 1967-1969?
Creo que ese período demuestra una vez más que la Argentina es recuperable. Lo que pasó durante esos tres años en nuestro país se ha vivido y se ha estudiado mucho más en el exterior que en la Argentina. Para mí la mejor experiencia de esa época, incluyendo el año de Dagnino Pastore, fue que la Argentina pudo demostrar que es capaz de vivir en estabilidad monetaria, pudo distribuir los ingresos en forma equitativa y pudo mejorar su infraestructura y su estructura productiva a través de capitales internos y externos.
Creo que el mejor saldo de aquel
programa interrumpido por razones políticas es el haber demostrado que la
Argentina tiene un futuro que se pudo hacer una vez y que se puede hacer
nuevamente. No se puede repetir el programa porque se hizo en el contexto
mundial de ese momento, pero es una experiencia válida que perfectamente se
puede adaptar a la situación actual donde el mundo y la Argentina han cambiado
profundamente.
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