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    De propiedad
  pública, el bañado se extendía desde la orilla del Riachuelo hasta la
  barranca alta del actual Cementerio de Flores y en la zona sudoeste se
  prolongaba hasta el Puente de la Noria, que era el deslinde del partido con
  Matanza. El bañado estaba ocupado en parte por familias pobres que lo
  encontraron despoblado y no pagaban arrendamiento alguno, donde arrastraban
  una vida miserable entre los basurales y las inundaciones. 
   Hubo
  crecidas del Riachuelo verdaderamente memorables: la del invierno de 1877
  hizo desaparecer a muchos habitantes del bañado, además de ahogarse tres mil
  cerdos, doscientos perros y quince mil gallinas. Aunque las aguas no llegaban
  al pueblo, muchas calles de Flores con sus sube y baja se convertían con las
  lluvias en verdaderos torrentes. El bañado, denominado en toda su extensión
  de "Flores", ocupaba según una mensura de 1880 alrededor de 320
  cuadras cuadradas de terreno. 
   También
  solían crecer en forma amenazadora los dos arroyos que atravesaban con sus
  cursos sinuosos el partido: el Maldonado y el Cildañez. Curiosamente, este
  último perpetúa el nombre de un oscuro chacarero, tan popular como
  misterioso, llamado Fortunato Cildañez, que un día desapareció de la zona sin
  dejar rastros. 
   En las
  riberas del Riachuelo, de esta o de la otra banda y en el sur de Almagro, se
  concentraban las industrias más polémicas: saladeros, chancherías, mataderos
  y graserías, que con sus emanaciones infectaban gran parte de la zona urbana,
  aunque producían notables ingresos a la municipalidad local. 
   Saliendo del
  pueblo de Flores por Rivadavia hacia el campo se atravesaba la chacra de
  Norberto Quirno Echeandía, recordada por sus tambos, cuyo límite oeste eran
  las avenidas Mariano Acosta-Segurola. Desde aquí hasta el límite oeste del
  partido se podían observar grandes extensiones indivisas de terreno con
  rodeos de ganado bastantes considerables. En 1865 aún se criaban en el
  partido 4.200 caballos, 2.500 vacas, 5.300 ovejas y 1.500 cerdos. 
   Muy extensa
  era la Chacarita de los Remedios o de las Huérfanas, de la familia Olivera,
  unas 400 cuadras de cultivo limitadas por las calles Lacarra-Carrasco y por
  el oeste Larrazábal. Allí se había establecido una cabaña famosa con 200
  carneros y ovejas importadas de Silesia y Mecklemburgo: su casco es hoy el
  Parque Avellaneda. 
   De
  Larrazábal hacia el oeste atravesábamos la chacra de Francisco Antonio de
  Letamendi, llamada de "Las Angustias" y dedicada en una época casi
  con exclusividad a la fabricación de ladrillos. Había pertenecido a la
  Compañía de Jesús y su casco con su correspondiente capilla, conocido como la
  "casa vieja", se erigía aunque bastante disminuido, todavía en la
  década de 1940 en Battle y Ordóñez (ex Strangford) y Escalada, donde hoy se
  ubica la Escuela Federal de Policía. Hacia el oeste seguía una pequeña
  fracción de la familia Rivadavia y la extensa propiedad indivisa del
  presbítero José Francisco de la Lastra. 
   El
  fraccionamiento de esta última, daría nacimiento con los años a los actuales
  barrios de Liniers, Mataderos, Villa Riachuelo y Villa Lugano. Limitaba al
  oeste con la chacra de los Ramos Mejía en el partido de Matanza y en su
  extremo hacia el noroeste, frente a la actual estación Ciudadela, se
  encontraba la posta de Aguilera. Era ésta la última población del partido de
  Flores, donde los viajeros hacían el primer alto para cambiar cabalgaduras en
  su tránsito hacia el interior del país. 
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