viernes, 31 de enero de 2020

La residencia de Rosas en Palermo - Parte 2


DINAMITACION Y FIN

En 1899, el intendente de Buenos Aires Adolfo Jorge Bullrich -durante la presidencia de Julio Argentino Roca- en pleno afianzamiento de la historia oficial y de los polémicos altares de los héroes de la patria, decidió terminar con cualquier lugar que recordara a Rosas. Y un nuevo aniversario de Caseros era un "gran oportunidad".

Los argentinos conocieron la noticia a través del diario La Prensa el cual, en su edición del 14 de enero de 1899, informó sobre el traslado de la Escuela Naval al barrio de Flores y acerca de la demolición "sin pérdida de tiempo" de la casa que perteneció a Rosas.

"En cuanto a la demolición de la tapera -relata en su crónica La Prensa- como ha dado en llamarse esa verdadera ruina, el intendente municipal tiene el propósito de que coincida con el aniversario (de la batalla de Caseros, el 3 de febrero) de modo que el sol de Caseros no alumbre más ese vestigio de una época luctuosa, y que fue la morada del tirano".

La polémica estaba instalada. El 26 de enero, La Prensa publicó una amplia nota para apoyar y justificar la decisión de Bullrich. Entre otros conceptos afirmó la necesidad de "derribar de un solo golpe, en una sola noche, la morada antes tenebrosa de la cual partieron tantas ordenes sangrientas". Criticó a aquellos que se manifestaron a favor de conservar la casona como una manera de enseñanza a las nuevas generaciones el repudio a las dictaduras. 

Y aclaró que prefería educar a la juventud en los valores de libertad, justicia y solidaridad y que "la construcción vulgar" sólo "remueve memorias de sangre, de crimen, opresión y barbarie". La conclusión fue: "Abajo, pues el odioso baluarte del más cruel de nuestros caudillos y el más tétrico y feroz de nuestros tiranos".


Mientras La Prensa elogiaba la decisión oficial, Caras y Caretas la criticaba. La popular revista decía: "Mientras nosotros tenemos un intendente municipal criollo, que para festejar con criterio vengador el aniversario de un suceso político de relativa importancia en la historia de nuestra evolución social emplea la piqueta de sus peones en demoler un viejo edificio sugestivo y típico, característico de una época, reflector poderoso para los sabios que investigan y deducen de los monumentos, mudos para la generalidad, verdades que sorprenden; en Europa esas mismas piquetas oficiales remueven la tierra para descubrir una ciudad cubierta por la lava de un volcán, excavan el fondo de un mar para encontrar los restos de un palacio sumergido, horadan una montaña para proporcionar a los que estudian, los medios de esclarecer el origen de una raza o descubrir, por las huellas que dejó, sus caracteres propios y especiales".

Más allá de las palabras, finalmente, el 3 de febrero fue dinamitada. En la crónica de aquel día La Prensa aseguró que concurrió una gran cantidad de público para seguir los acontecimientos desde sus "carruajes". Entre otros, se encontraba el embajador de los Estados Unidos, William I. Buchanan, quien recibió de parte del intendente Bullrich un bastón de recuerdo hecho con madera del famoso "Aromo del Perdón", donde Manuelita Rosas le pedía clemencia a su padre a favor de algún condenado.

Por la noche "se encendieron los focos de luz eléctrica" para que 400 peones municipales pudieran continuar con los trabajos de remoción de escombros entre las ruinas. "El espectáculo resultó de un efecto verdaderamente teatral e interesante", rescató la crónica. Y finalizó diciendo que lo único que quedó en pie fue "el famoso árbol de tala de cuyas ramas se refiere que pendían las cabezas de las víctimas de la tiranía".

A los pocos días, la opinión pública volvió a conmocionarse. La Prensa informó que durante los trabajos de remoción de escombros se habían encontrado "lo que podrían ser huesos humanos". El tema despertó numerosas conjeturas -igual que las que afirmaban que había tesoros escondidos- pero nunca se confirmó nada.


CAPRICHOS POLITICOS

La miopía política destruyó el patrimonio nacional. No alcanzó que durante los próximos años, el Parque 3 de Febrero se fuera enriqueciendo de la mano del paisajista Carlos Thays. Los caprichos políticos de la historia hicieron que durante todo el siglo XX, el lugar donde estaba la morada de Rosas fuera custodiada por dos enormes estatuas. Una de Sarmiento (realizada por Rodin e inaugurada en 1900 bajo la presidencia de Roca) y otra de Urquiza (inaugurada en 1958 bajo el gobierno de la "Revolución Libertadora"). Recién en 1999, durante el gobierno de Menem, se instaló una estatua en honor a Rosas.

A partir de 1985 un grupo de arqueólogos encabezados por Daniel Schávelzon y Jorge Ramos, con la intención de recuperar parta de nuestra historia, realizaron una serie de excavaciones en el lugar donde estaba el caserón encontrando restos arquitectónicos consistentes en pisos de ladrillos y baldosas, paredes y diferentes objetos de esa época. Recientemente, en 2013, hallaron parte de los baños de la residencia.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario