viernes, 29 de noviembre de 2019

Ciudad en dictadura - Parte 10


Al mismo tiempo que se desarrollaban estas grandes obras y se consolidaba el entramado de empresas ligadas a la obra pública, los discursos de austeridad y achicamiento del estado implicaban cercenamientos en la planta estatal por medio de cesantías y racionalizaciones.
Respecto a la selección de arquitectos, el período se caracterizó por la adjudicación directa y la no realización de concursos de proyectos, salvo algunas excepciones. En el caso de la Municipalidad de Buenos Aires, a pesar de la gran cantidad de obras realizadas, no se realizó ningún concurso de proyectos. La adjudicación directa de las obras implicó una alta cuota de arbitrariedad, y la concentración de muchas obras en las manos de unos pocos estudios. Así, el estudio Serra : Valera se encargó de gran cantidad de plazas del período, Raña Veloso, Álvarez Foster participó de varias plazas, la construcción de escuelas y refacción de hospitales, Kocourek de varios parques, de las escuelas municipales y también de la refacción de hospitales y Antonini, Schon, Zemborain S.R.L. participaron también del plan de escuelas, la refacción de hospitales, el proyecto de prolongación y soterramiento parcial de la 9 de Julio, el proyecto de renovación del Área Retiro (estos últimos dos no realizados) y estaciones de transferencia del CEAMSE.

A su vez, respecto al lenguaje arquitectónico en las obras del período, podemos afirmar que “no supusieron un lenguaje específico. Las había ingenierilmentefuncionales, como las autopistas, aggiornadamente racionales, como las escuelas (…); otras, como el Centro Cultural Recoleta, llevaron al paroxismo (…) las desprejuiciadas vertientes pop de las costa oeste norteamericana; mientras que algunas de las plazas sobrerrepresentaban las líneas historicistas italianas, de aire clasicizante. Resultaría así vano leer directamente significados políticos en el lenguaje de las formas específicas adoptadas en estas intervenciones.”[69]. Más allá de la vinculación que algunos autores realizaban entre ciertas características del diseño de las obras y el contexto represivo, la variedad de lenguajes arquitectónicos daba cuentas de lógicas propias de la disciplina más que de directivas gubernamentales. Esto no quita que hubiera características comunes en el modo de decidir e implementar estas obras. Así, las decisiones fueron tomadas velozmente y al interior de un grupo reducido, sin realizar estudios previos, pero retomando en la mayoría de los casos antiguos proyectos y planes. En cuanto a la implementación, las obras se caracterizaron por la exigencia de tiempos veloces de ejecución, costos excesivos por la falta de control, regulación o topes, la concentración de las mismas en las manos de pocas empresas constructoras y pocos arquitectos y la privatización periférica de cuanto se pudiera. En sus efectos, se buscaba que estas intervenciones fueran drásticas, irreversibles, individualizantes y fuertemente restrictivas respecto a los modos de transitar, practicar y habitar el espacio urbano. En la gran mayoría de los casos, tanto en las intervenciones del gobierno nacional como de la gestión municipal, nunca llegó a conocerse el costo final de las obras.

Sin lugar a dudas, la cuestión que atraviesa las intervenciones realizadas y las reglamentaciones sancionadas se vincula con la búsqueda de orden[70]. Así, se reglamentaron y restringieron severamente usos y modos de habitar tradicionales de la ciudad, como la venta ambulante, la presencia de ferias, las villas, los alquileres protegidos, el cirujeo, que en última instancia implicaron el desplazamiento de amplias capas de sectores populares fuera de la ciudad de Buenos Aires. La búsqueda de orden social y urbano se vinculaba a la implantación de valores estéticos, morales y de higiene que excluían a amplios sectores de la población. Vinculado a esto, Oszlak señala la jerarquización del espacio urbano de Buenos Aires buscado explícitamente por el gobierno militar. Esta búsqueda de jerarquización de la ciudad se vio con claridad en el modus operandi de la Municipalidad respecto a varios problemas, desplazando aquello indeseable por fuera de los límites de la capital. Así sucedió con la población villera, los residuos, las industrias contaminantes y otras actividades económicas que fueron prohibidas en la ciudad. Esto implicó en ocasiones conflictos con funcionarios nacionales, provinciales y municipales, particularmente en los casos en que las decisiones se tomaron de modo subrepticio al interior de la Municipalidad. El arancelamiento de varios servicios antes prestados gratuitamente por la Municipalidad también abonó en este sentido. A su vez, el Código de Planeamiento de 1977 fue inicialmente pensado en el marco de un Plan Director que abarcaba el área metropolitana. Su sanción en la ciudad de Buenos Aires marcó otro contraste entre una ciudad hiper normatizada y encarecida y un entorno que debía absorber los restos que emanaba la ciudad. La jerarquización de la ciudad también se advierte por parte del gobierno nacional, no sólo por apoyar financiera y políticamente las faraónicas obras encaradas por Cacciatore sino también por utilizarla como vidriera preferencial al exterior al momento del Mundial ’78. El beneplácito con las obras desarrolladas durante la gestión de Cacciatore, articulado con la importancia estratégica otorgada a la ciudad capital confluyeron para posicionar a la gestión municipal como uno de los escasoséxitos del proceso[71].

Por último, repasando el sentido de estas intervenciones sobre la ciudad, nos encontramos con un conjunto ecléctico. La dictadura se caracterizó por conjugar lineamientos que continuaban con el período expansivo y otros elementos que se insertaban en los lineamientos posexpansivos, aspectos que en alguna medida podrían considerarse contradictorios[72]. Así, como señaláramos anteriormente muchas de las iniciativas de Cacciatore se encuadran en la tradición modernizadora – planificadora, retomando planes y proyectos previos: el código de planeamiento, la zonificación, la construcción de autopistas, la construcción de escuelas y espacios verdes. Al mismo tiempo, muchas políticas con efectos urbanos se vinculaban, por el contrario, con el decaimiento de ese ciclo expansivo: los procesos de desindustralización de la ciudad, las políticas económicas de desincentivo a la actividad industrial y crecimiento del sector terciario, la consideración de la ciudad por fuera de una análisis territorial más amplio, el énfasis en la ciudad como espacio residencial para los sectores de mayores ingresos y la consiguiente expulsión de sectores populares a través de mecanismos diversos, la protección ambiental y las normas de preservación patrimonial.

La diversidad de los procesos urbanos llevados adelante por la dictadura militar, sostenidos por miradas distintas y en ocasiones contradictorias en torno a la ciudad, se vincula con varias cuestiones. Por un lado, la heterogeneidad que caracterizó al gobierno de la última dictadura militar en tanto en su interior convivían funcionarios de diversas ideologías y tradiciones, así, “muy lejos de encarnar un poder monolítico, la alianza cívico-militar que encabezó el Proceso fue un conjunto heterogéneo y conflictivo”[73]. Es importante destacar que, como en cualquier otro gobierno, la dictadura se conformaba por pensamientos heterogéneos, con fuertes contradicciones internas y pujas por la toma de decisiones. Esta característica se manifiesta también en las decisiones en torno a la ciudad. A su vez, para el tema específico de los procesos urbanos, es importante considerar las temporalidades extensas de ciertos procesos que involucran a la ciudad: “(…) la ciudad, por su carácter de artefacto material, somete a las dimensiones sociales, políticas y culturales a la prueba de la larga duración (…)”[74] Los proyectos urbanos, los reglamentos que rigen el funcionamiento y los usos del espacio, la disposición física de la ciudad son elementos que exigen un período de tiempo muy extenso para poder modificarse. En este sentido se encuadran los vínculos de la dictadura con tradiciones que la precedían.

Lo que quizá sí represente una marca propia de la dictadura fue la capacidad de concretar numerosas obras de carácter faraónico en la ciudad. Esto se vincula con el contexto dictatorial como facilitador para llevar adelante procesos políticos complejos, de gran magnitud, en tanto se eludían los consensos imprescindibles en un régimen democrático, y se anulaban oposiciones que en otras coyunturas políticas habrían tenido mayor peso, poder y voz. Esto se relaciona a su vez, con una fuerte voluntad de acción transformadora respecto al espacio urbano, voluntad que priorizaba las obras concretas por sobre los planes a largo plazo[75]. Además, las intervenciones buscaban tener impactos drásticos e irreversibles. Como dijéramos anteriormente, las intervenciones urbanas se articulaban de forma coherente con una búsqueda más profunda y general del gobierno dictatorial; la búsqueda del orden.

Notas
[1] La última dictadura militar argentina se inició con el golpe de estado del 24 de Marzo de 1976 y finalizó el 10 de Diciembre de 1983, cuando asumió nuevamente un gobierno democrático. Fue el régimen más sangriento que gobernó la Argentina, cercenando fuertemente los derechos políticos y civiles y dejando un saldo de 30.000 detenidos desaparecidos. 
[2] Canelo, 2008.
[3] Canelo 2008.
[4] Quiroga, 2004, p. 83.
[5] En términos de Torres (2006), se trata de políticas urbanas implícitas, aquellas políticas que no están formuladas con fines urbanos pero que tienen gran impacto sobre la ciudad.
[6] Quiroga, 2004; Vezzeti, 2002; Palermo y Novaro, 2002.
[7] Canelo, 2008 p. 16.
[8] Vezzetti 2002.
[9] Quiroga 2004.
[10] Pando et al., 2004; Novick, 2003.
[11] Jajamovich, 2009.
[12] Torres, 2006.
[13] Torres, 2006, p. 35.
[14] Liernur, 2008.
[15] Silvestri y Gorelik, 2000.
[16] Liernur, 2001.
[17] Oszlak, 1991; Silvestri y Gorelik, 2000 y Liernur 2001.
[18] Pando et al, 2004.
[19] Domiguez Roca, 2005.
[20] Oszlak, 1982; 1991.
[21] Oszlak, 1991.
[22] Liernur, 2001.
[23] Oszlak, 1991.
[24] Silvestri y Gorelik, 2000.
[25] Silvestri, 2002 y Liernur, 2001.
[26] Torres, 2006.
[27] Para ejemplificar, si en el caso de Torres (2006) se analizan los censos de población, en el caso de Liernur (2001) se analizarán detenidamente las obras de arquitectura y Domínguez Roca (2005) se concentrará en los planes urbanos para Buenos Aires, particularmente respecto al transporte.
[28] Oszlak, 1991.
[29] Osvaldo Cacciatore fue el Intendente de facto de la Municipalidad de Buenos Aires entre el 2 de Abril de 1976 y 31 de Marzo 1982. Perteneciente a la aviación militar, participó en 1951 del intento de golpe liderado por Menéndez y en el bombardeo a la Plaza de Mayo en 1955. A lo largo del texto analizaré las obras principales que durante su intendencia se realizaron en la ciudad. Lo sucedió en el cargo el Dr. Del Cioppo, quien había estado previamente a cargo de la Comisión Municipal de la Vivienda, organismo que tuvo como dudoso mérito llevar adelante la violenta erradicación de villas de emergencia. Del Cioppo era abogado y había participado previamente en la gestión municipal del Brigadier Aguirre, en 1970. Permaneció a cargo de la Municipalidad desde el 31 de Marzo de 1982 hasta el retorno democrático, el 10 de Diciembre de 1983.
[30] Oszlak, 1991.
[31] Canelo (2008) se refiere al “núcleo estable” del Proceso, conformado por Videla, Harguindeguy y Martínez de Hoz, Presidente, Ministro de Interior y Ministro de Economía del proceso entre 1976 y 1981.
[32] Resulta complejo realizar un punteo de grandes reglamentaciones o intervenciones respetando tanto la lógica temporal como la lógica temática. En este texto se optará por seguir la lógica temática, lo cuál implica no respetar la estrictamente el orden temporal de los acontecimientos y trabajar separadamente intervenciones que en la mayoría de los casos se dieron de modo simultáneo.
[33] El Código de Planeamiento formulado en 1973 pero no sancionado fue elaborado como instrumento legal del Plan Director publicado en 1962. Las preocupaciones y normas plasmadas en este Código se hallaban en sintonía con varios de los lineamientos del Plan Director, que buscaba equilibrar la distribución espacial de la población y de las actividades urbanas a partir del zonning y de intervenciones inductistas (Novick, 2004).
[34] El Factor de Ocupación Total (FOT) indica la cantidad de metros cuadrados que es posible construir en relación al terreno. En un terreno de 50 m2, si el FOT es de 2 se podrán construir 100 m2.
[35] Moscato, 1984.
[36] Dujovne, 1989.
[37] Pucciarelli 2004a
[38] Municipalidad de Buenos Aires, 1974; 1979; 1980; 1982.
[39] Oszlak, 1991, p. 52.
[40] Gandolfi y Silvestri, 2004
[41] Oszlak, 1991.
[42] Gandolfi y Silvestri, 2004.
[43] Rapoport, 2000.
[44] Oszlak, 1991.
[45] Oszlak, 1991.
[46] Las villas de emergencia son asentamientos informales característicos de la ciudad de Buenos Aires.
[47] Oszlak, 1991.
[48] Dunowicz, 2000.
[49] Parque Alberdi (Polideportivo Alberdi), Parque de la Ciudad, Parque Roca, Parque Sarmiento, Parque Belgrano, Parque Jorge Newbery, Parque Norte, Plaza Pomar (Polideportivo Chivilcoy) ; Plaza Ciudad de Údine, Plaza San Miguel de Garicoits, Plaza Ramón Falcón, Plaza Aramburu, Plaza Lonardi, Plaza Houssay, Plaza Msñr. de Andrea, Plaza San Nicolás, Plaza Sargento Juan Bautista Cabral, Plaza Campaña del Desierto, Plaza de los Colegiales, Paseo Olleros, Plazoletas Lola Mora, Cecilia Grierson, Rosario Vera Peñaloza.
[50] Summa, 1977.
[51] El tema de la gran cantidad de obras con adjudicación directa durante ese período fue señalado por Liernur (2001) y Silvestri y Gorelik (2001) en tanto esto implicó el socavamiento del concurso como principal mecanismo de asignación de obras por parte del estado. Si bien muchas grandes obras se licitaban, la Municipalidad no convocó a ningún concurso de proyectos arquitectónicos en toda la gestión de la dictadura.
[52] Rapoport y Seoane, 2007.
[53] Schvarzer (1983) describe la privatización periférica como una privatización parcial de actividades y servicios de los que antes se encargaba algún ente público. Se cede por medio de algún contrato o concesión específica ciertas tareas de las que antes se encargaba el estado. Por ejemplo, en el caso de la conformación del CEAMSE, varias de las tareas que antes desarrollaba la Municipalidad (como la recolección de residuos y su disposición final) son cedidas a privados, mientras que las tareas de control y supervisión siguen a cargo del ente público. Según este autor, los procesos de privatización periférica constituyeron el aspecto más relevante y exitoso de los diversos procesos de privatización encarados en el período.
[54] Magadan, 2003.
[55] Revista de la Sociedad Central de Arquitectos, 1983; Gandolfi y Silvestri, 2004.
[56] Revista de la Sociedad Central de Arquitectos, 1983b.
[57] Magadan, 2003.
[58] Turner, 1996.
[59] Turner, 1996
[60] Se construyeron estadios nuevos en Mar del Plata, Mendoza y Córdoba y se remodeló el estadio de Rosario Central.
[61] Para el análisis de los planes de escuela se retoman los trabajos de Ferreira (1985) y de Ferreira y Rezzoagli (1986) respecto al Plan Municipal de Escuelas ya que resultan un insumo fundamental para reconstruir las características del plan en tanto dan cuenta de las características del mismo, la ubicación y características de las escuelas construidas, los costos de obra y los lineamientos de los proyectistas y director de obra.
[62] Pineau, Mariño, Arata y Mercado, 2006.  
[63] Ferreira y Rezzoagli, 1986
[64] Schmidt, 2004.
[65] Cacciatore, 1993.
[66] Silvestri y Gorelik, 2000.
[67] Cacciatore, 1993, p. 132.
[68] Guillermo Laura fue el Secretario de Obras Públicas de la Municipalidad de Buenos Aires entre 1976 y 1981. En 1970 había publicado “La Ciudad Arterial”, libro que plasmaba su visión de una ciudad conectada por autopistas. En 1974 publicó “El cinturón ecológico”, otro proyecto que se materializa con posterioridad, cuando ocupara el cargo de Secretario de Obras Públicas de la ciudad durante el gobierno dictatorial. Cobra alta visibilidad porque fue el gestor de algunas de las ideas más controvertidas que llevó adelante la gestión de Cacciatore: las autopistas y el cinturón ecológico.
[69] Silvestri y Gorelik, 2000: 469.
[70] Oszlak, 1991; 1983.
[71] Oszlak, 1991.
[72] Pando et al, 2004 y Domínguez Roca, 2005.
[73] Canelo, 2008b: 17.
[74] Silvestri y Gorelik, 2000, p. 461.
[75] Domínguez Roca, 2005.



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