Hasta fines del siglo XIX, cuando un vecino de Villa Urquiza
fallecía era enterrado en Monroe y Miller. Sí, en el predio de la Plaza Marcos
Sastre funcionó una pequeña necrópolis entre 1875 y 1898. Pero eso no es todo:
en Crisólogo Larralde y Galván, donde se construye el Polo Educativo Saavedra,
existía un cementerio de mascotas.
El pueblo de Belgrano tuvo su primer cementerio en el
terreno encuadrado dentro de las actuales calles Monroe, Ricardo Balbín, Blanco
Encalada y Zapiola; fue clausurado en 1875. El 5 de julio de 1874 se constituyó
en el Municipio de Belgrano una comisión que estudiaría la instalación de un
nuevo cementerio para el pueblo y sus aledaños.
Integraban esa comisión el Pbro.
Diego Millar, cura párroco del Municipio; el Dr. Antonio Tarnassi, los
señores Policarpo Mom y Vicente Pardo y el arquitecto Juan
Antonio Buschiazzo, quien sería el director de las obras. Se eligió para tales
fines el solar formado por las calles Miller, Monroe, Valdenegro y las vías del
Ferrocarril Nacional “Bartolomé Mitre”.
Cerca de la estación
La construcción de la necrópolis se hizo de acuerdo con las
características edilicias que presentaban por entonces los camposantos
pueblerinos. El lugar era un descampado a la vera de un camino, en este caso la
actual calle Monroe, y no se hallaba distante del ancho camino que ahora lleva
el nombre de Alvarez Thomas.
Una valla de mampostería conformaba el contorno
del cementerio; una entrada importante con gruesos pilares y una sólida puerta
de hierro, con frente a Monroe. Destaquemos que esta calle comunicaba al
Municipio de Belgrano con el de Villa Catalinas (Villa Urquiza).
Del portón de entrada salía un amplio sendero principal, con
frondosos árboles a la vera. A los costados se encontraban las bóvedas de
varias familias notables de la zona y construcciones de sencilla planta, entre
ellas las pertenecientes a las familias Agrelo,Lambruschini, Saravia, Roland y Sagasta
Isla. En esta última se encontraban depositados los restos de Marcos
Sastre, autor de un libro famoso: El tempe argentino. El escritor fue un
importante vecino de Belgrano; vivía en una quinta ubicada en las calles Blanco
Encalada y Arribeños.
Poco a poco la zona se fue poblando y en un momento dado los
avecindados en las cercanías del Cementerio de Belgrano formularon gestiones
para que se clausurara, teniendo en cuenta que su ubicación frente la calle
Monroe producía inconvenientes en el desarrollo del sector. Finalmente, en 1898
se procedió al cierre del camposanto, que coincidió con la instalación del
Cementerio de la Chacarita.
La mayoría de los restos inhumados en el de Monroe
y Miller fueron trasladados -con pocas excepciones- al establecido en la calle
Guzmán. Los restos de Marcos Sastre pasaron a la bóveda de la familia Sagasti
Isla en Recoleta.
El predio donde se había instalado el Cementerio de Belgrano
y alrededores pertenecía a la sucesión de Francisco Chas. Fue donado al
Municipio por los señores Vicente y Joaquín Chas en 1910
con la expresa condición de que se instalara allí una plaza pública. Como
detalle digno de destacar, enfrente del clausurado cementerio se encontraba la
residencia del vecino Carlos Ferdrin, con su señorial aspecto de castillo.
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