martes, 15 de octubre de 2019

Antiguos camposantos de nuestros barrios - Parte 1




Hasta fines del siglo XIX, cuando un vecino de Villa Urquiza fallecía era enterrado en Monroe y Miller. Sí, en el predio de la Plaza Marcos Sastre funcionó una pequeña necrópolis entre 1875 y 1898. Pero eso no es todo: en Crisólogo Larralde y Galván, donde se construye el Polo Educativo Saavedra, existía un cementerio de mascotas.

El pueblo de Belgrano tuvo su primer cementerio en el terreno encuadrado dentro de las actuales calles Monroe, Ricardo Balbín, Blanco Encalada y Zapiola; fue clausurado en 1875. El 5 de julio de 1874 se constituyó en el Municipio de Belgrano una comisión que estudiaría la instalación de un nuevo cementerio para el pueblo y sus aledaños. 

Integraban esa comisión el Pbro. Diego Millar, cura párroco del Municipio; el Dr. Antonio Tarnassi, los señores Policarpo Mom y Vicente Pardo y el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, quien sería el director de las obras. Se eligió para tales fines el solar formado por las calles Miller, Monroe, Valdenegro y las vías del Ferrocarril Nacional “Bartolomé Mitre”.
Cerca de la estación

La construcción de la necrópolis se hizo de acuerdo con las características edilicias que presentaban por entonces los camposantos pueblerinos. El lugar era un descampado a la vera de un camino, en este caso la actual calle Monroe, y no se hallaba distante del ancho camino que ahora lleva el nombre de Alvarez Thomas. 

Una valla de mampostería conformaba el contorno del cementerio; una entrada importante con gruesos pilares y una sólida puerta de hierro, con frente a Monroe. Destaquemos que esta calle comunicaba al Municipio de Belgrano con el de Villa Catalinas (Villa Urquiza).

Del portón de entrada salía un amplio sendero principal, con frondosos árboles a la vera. A los costados se encontraban las bóvedas de varias familias notables de la zona y construcciones de sencilla planta, entre ellas las pertenecientes a las familias Agrelo,Lambruschini, Saravia, Roland y Sagasta Isla. En esta última se encontraban depositados los restos de Marcos Sastre, autor de un libro famoso: El tempe argentino. El escritor fue un importante vecino de Belgrano; vivía en una quinta ubicada en las calles Blanco Encalada y Arribeños.

Poco a poco la zona se fue poblando y en un momento dado los avecindados en las cercanías del Cementerio de Belgrano formularon gestiones para que se clausurara, teniendo en cuenta que su ubicación frente la calle Monroe producía inconvenientes en el desarrollo del sector. Finalmente, en 1898 se procedió al cierre del camposanto, que coincidió con la instalación del Cementerio de la Chacarita. 

La mayoría de los restos inhumados en el de Monroe y Miller fueron trasladados -con pocas excepciones- al establecido en la calle Guzmán. Los restos de Marcos Sastre pasaron a la bóveda de la familia Sagasti Isla en Recoleta.

El predio donde se había instalado el Cementerio de Belgrano y alrededores pertenecía a la sucesión de Francisco Chas. Fue donado al Municipio por los señores Vicente y Joaquín Chas en 1910 con la expresa condición de que se instalara allí una plaza pública. Como detalle digno de destacar, enfrente del clausurado cementerio se encontraba la residencia del vecino Carlos Ferdrin, con su señorial aspecto de castillo.


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