lunes, 9 de septiembre de 2019

La librería “Peuser”, una tradición porteña - Parte 2


Abarcó los más variados rubros que las artes gráficas ofrecía: láminas artísticas, acciones, etiquetas para envases, boletos de tranvía, estampillas fiscales, recibos, pagarés, letras de cambio, libros escolares y comerciales; pero hubo algo que asoció su nombre a la posibilidad de orientarse no sólo en la ciudad, sino en el país entero: la Guía Peuser, imprescindible librillo de tapas rojas que llegó a no faltar en ninguna casa y a la que se recurría para consulta de cualquier duda o información que fuere necesaria en la ciudad. Estaban allí las calles, todas las líneas de tranvías y, conforme iban apareciendo, se agregaron las de ómnibus y colectivos y, finalmente, trolebuses, direcciones de todas las reparticiones, consulados, embajadas, salida de vapores, correos, en fin: todo.

Su primer número apareció en 1887 y desde entonces mensualmente se iba actualizando, con la información al día, sobre todo en el cambio de recorrido del transporte. Quién no recuerda por Florida el clásico y monótono pregón: “¡Salió la nueva Guía Peuser!, con los recorridos de todos los…”  El nombre “Peuser” llegó a ser sinónimo de “Guía”, a tal punto que, cerrada ya la casa, otro editor compró el nombre y la siguió publicando. A ésta debemos agregar la “Guía Peuser del viajero”, de mayor volumen que la anterior y en la que se publicaban todos los horarios de los ferrocarriles del país, tanto generales como locales, con tarifas de viajeros y cargas; además de los recorridos de los tranvías de capital y provincia con datos de las principales ciudades y pueblos del interior. A ambas, ninguna otra las igualó.

Pero hubo otro rubro en el que Peuser incursionó con éxito y del que, como recuerdos, perduraron por los años: la edición de tarjetas postales. Edificios públicos, avenidas, teatros, estaciones ferroviarias, parques y jardines, en fin, la vida y esencia de la ciudad plasmada como testimonio gráfico de las distintas épocas en que eran impresas. Para ello compraba las imágenes que tomaban los más importantes fotógrafos de la ciudad, como Harry G. Olds, Gastón Bourquin o Samuel Rimathé, entre otros. 

Para su mejor  identificación las series editadas eran numeradas, de manera de facilitar los pedidos a los comerciantes, tanto de la capital como del interior, de los cuales era distribuidor. En la actualidad existe  un muy bien detallado catálogo de todas estas emisiones, editado en 1997 por el coleccionista y comerciante del rubro Marcelo Loeb.

Don Jacobo Peuser falleció en Buenos Aires el 1° de noviembre de 1901. Sus descendientes y principales colaboradores continuaron con su obra por décadas con el mismo entusiasmo que él siempre brindó. La casa continuó en permanente progreso, incorporando todo nuevo método de impresión que apareciera, renovando su maquinaria para brindar siempre lo mejor a su clientela.

En 1961, la Asamblea de Accionistas aprueba la creación de una nueva razón social, bajo el nombre: “Peuser S.A.C.I.”, la que subsiste hasta el cierre definitivo de la tradicional librería tres años después, en 1964.

Como último recuerdo de aquel emporio, subsiste el edificio de la avenida Patricio 567, en Barracas, con su fachada prácticamente intacta, luciendo todavía en su frontis la leyenda “Fundado en 1867”, mudo testimonio de lo que fuera uno de los mayores talleres gráficos del país. Sin embargo, en parte de él, funciona hoy en día un establecimiento gráfico que, según cuentan familiares de Peuser, utiliza como oficina el primer piso donde aún se conserva parte del mobiliario original que perteneció al fundador: Jacobo Peuser. Ironías del destino.
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Imagen: Los talleres gráficos “Peuser” en avenida Patricios 567 (Foto: Hist. de la Ciudad).
Nota tomada de: Historias de la ciudad. Una revista de Buenos Aires, Marzo 2001.



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