Hasta el comienzo de la década de 1960-1970, la leche para
consumo domiciliario en el conurbano bonaerense llegaba en los trenes que la
traían desde las estaciones de ferrocarril más próximas a los tambos del
interior, para ser distribuida por los repartidores con sus carros.
Antes se habían utilizado otras modalidades: la venta al pie de la vaca, con el
lechero que llevaba al animal por las calles (en su mayor parte, de tierra) y
ordeñaba frente a cada cliente; luego, el lechero que se desplazaba a caballo,
llevando los recipientes colgados a uno y otro lado del mismo, como si de
alforjas se tratara.
Desde la década 1920-1930 la modalidad de distribución lechera en las zonas
urbanas era la venta del producto, sin envasar (suelta), llegando a cada casa
en el carro del “lechero”.
Era éste un personaje bien conocido en cada barrio. Llegaba a cada domicilio de
sus clientes fijos, con su carro a caballo (en algunos casos primorosamente
fileteados) llevando la leche en varios grandes “tarros” o “tachos” metálicos
de lechero, de 10 a
20 litros
y una especie de jarro también metálico (la “medida”) con capacidad para un
litro y cuatro marcas, señalando los cuartos de litro.
Muchos de ellos también vendían crema y manteca.
Generalmente, hacía el recorrido de lunes a sábado, con el domingo como día de
descanso.
En los años ’40 al ’60, en Florida Oeste el lechero se abastecía en la estación
Florida del FC del Estado (Belgrano Norte). Hasta ahí llegaba el tren lechero,
trayendo el producto en grandes “tarros” metálicos, de 40 a 45 litros de capacidad.
Cargaba los que el lechero del barrio llevara, vacíos y dejaba los que llegaban
llenos, desde los luego de recibirlos, el lechero trasvasaba la leche a los de
menor capacidad, para la distribución.
Tenía su domicilio en una casa (que aún existe, con algunas reformas, como la
reja a la calle) situada en Hipólito Yrigoyen al 3400, entre Avda. Mitre y
Bernardo de Irigoyen (vereda norte), característica de las de la época, con
galería y entrada en arco y a un costado, a la derecha, el camino de adoquines
como acceso hacia el fondo, donde estaba la caballeriza, se guardaba el carro y
aperos y; con un techado donde se lavaban los tarros, las medidas, los
batidores y enseres propios de su trabajo.
Hacia mediados de los años ’20 y principios de la década siguiente, Florida
Oeste era un lugar abierto, con escasas construcciones y muchos terrenos
libres. A unos 150 metros
hacia el este de la estación Florida del F.C.G. Belgrano (entonces Parada
Agüero, antes Km. 16) estaba el tambo de doña Delicia, que daba a la calle
Pringles al 3700 en su actual numeración.
En la foto publicada el 4 de septiembre ppdo. (“A falta de satélites….Vista
aérea de Florida, hacia el oeste, ca. 1928” pueden verse dos senderos, que partiendo
en trazo de diagonales de sentido opuesto desde la calle Arenales, convergen a
la altura del tambo.
En la ciudad de Buenos Aires muchos de los lecheros eran de origen vasco, que
ni siquiera vivían en la zona y cada día recorrían muchos kilómetros, no solo
para el reparto, sino para llegar desde sus domicilios, en la periferia, para
cargar en hora temprana en las estaciones “lecheras”, como Plaza Once o
Caballito (trenes del oeste) o Constitución (sur). Salían al comenzar el día,
algunos entre la 1 y 2 de la mañana, para recibir el tren al despuntar el día,
volviendo a sus casas prácticamente cuando caía el sol.
A principios de la década 1960-1970 tanto la ciudad de Buenos Aires, como las
comunas del conurbano bonaerense prohibieron la venta de leche suelta, sin
proceso de pasteurizado. Algunos lecheros optaron por cambiar la leche a granel
por la que las empresas del ramo entregaban pasteurizada y envasada, en
botellas de vidrio reutilizables, de boca ancha, cerrada por una cubierta o
tapa metálica. Pero aún así, en pocos años desapareció de los barrios la figura
de lechero que recorría sus calles.
En la ciudad de Buenos Aires, el Patio de los Lecheros es un predio ubicado en
Donato Álvarez y Bacacay, junto a las vías del ferrocarril, donde Caballito
limita con el barrio de Flores. Hasta la década de 1960 era una playa de
descarga y aprovisionamiento de leche, traída por los trenes del Ferrocarril
Oeste (Sarmiento) originada en los tambos de sus zona de influencia y allí se
aprovisionaban los lecheros domiciliarios.
Durante mucho tiempo en desuso y casi en estado de abandono, fue recuperado y
puesto en valor respetando su valor histórico. Se preservó el viejo adoquinado,
levantando solo una franja lateral que queda cubierta de césped, incrementando
la superficie de espacio verde en el barrio. Ahora, el Patio de Lecheros es un
espacio cultural y recreativo al barrio, adaptado a los tiempos actuales.
En la imagen que agrego, tomada en los años ’30 desde un punto sobre las vías
al este de la estación Aristóbulo del Valle, por debajo del arco del puente de
la avenida Maipú, se ve la silueta del edificio de la estación, con el puente
peatonal entre ambos andenes, por detrás. Saliendo de la estación, hacia
Retiro, un tren remolcado por locomotora de vapor, probablemente una Kitson
0-6-0 o una L2, que se utilizaban entonces, antes ser remplazadas por máquinas
diesel. El tramo de trinchera fue cubierto, y se construyó la galería comercial
de Puente Saavedra (hoy en estado de abandono).
El puente que se ve en la imagen, ya no es el de la vista actual, remplazado
por la entrada del túnel sobre el que se construyera la galería.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario