sábado, 17 de agosto de 2019

Escolios y falsificaciones sobre Scalabrini Ortiz. - Parte 3


El precio de la expropiación de empresas concesionarias de servicios públicos será el del costo de origen de los bienes afectados a la explotación, menos las sumas que se hubieren amortizado durante el lapso cumplido desde el otorgamiento de la concesión, y los excedentes sobre una ganancia razonable, que serán considerados también como reintegración del capital invertido”[4].
Así las cosas, resulta imposible separar a Scalabrini Ortiz de la defensa de la Constitución Justicialista de 1949, uno y otro aniversario se complementan, se fusionan, se funden en una sola imagen: la de la 

Patria Justa, libre y soberana.

Pero el pensamiento de Scalabrini no se limitó al tema de los ferrocarriles, a la denuncia de la injerencia británica, ni a la defensa de la Constitución de 1949. Su obra y acción estuvieron signadas por un profundo sentir y pensamiento nacional. Era un hombre de nuestra tierra, que pensaba las cosas de nuestra tierra, y ontológicamente hablando, se preocupaba por denunciar aquellos obstáculos que impedían el desarrollo de nuestro ser: “Que la tierra argentina tiene un destino, lo demuestra la presencia oportuna del hombre que es necesario en cada momento de su historia”[5], diría Scalabrini. O interpretando su pensamiento, y la independencia de criterio frente a ideas foráneas, de esta manera lo recordaba Vicente Trípoli: “La fe de Raúl Scalabrini Ortiz se fundamentó en las virtudes innatas del pueblo argentino. Estas virtudes lo hacen capaz de conquistar y mantener su libertad de gobierno y de juicio frente a los intereses mundiales. No se trata de crear una nacionalidad al margen de la historia del mundo, sino de una sociedad organizada con condiciones de tratar de igual a igual con las otras comunidades que pueblan la tierra”[6]. En la misma línea y denunciando cualquier equívoco o deformación que se pudiera hacer sobre la figura de Raúl Scalabrini Ortiz, así se expresaba su esposa: “He compartido toda la vida y la lucha de ese extraordinario patriota, conociendo profundamente la totalidad de sus obras, su pensamiento, sus momentos de lucha y sus ideales políticos, por lo que sé perfectamente que su pensamiento se nutrió de ese gran pensamiento nacional que brota de las multitudes argentinas. Por eso estuvo ligado al gran movimiento justicialista que plasmó en los hechos las ideas por las cuales había luchado denodadamente, y a las que defendió hasta su último día, conociendo que la doctrina justicialista, tan alejada de los dos imperialismos que se disputan el dominio del mundo, representa la posibilidad real de la emancipación nacional”[7].

Desviaciones de la “senda  Scalabrini”.

Pocos pensadores fueron tan manipulados y tergiversados, como lo fue –y aún lo es- Scalabrini Ortiz. Sólo Arturo Jauretche pasó por un proceso similar, tironeado por marxistas, nacionalistas, radicales y peronistas, cada uno veía lo que le convenía ver en función de su ideología, ofreciendo una visión sesgada y parcializada, en lugar de una totalizadora e imparcial.
Esto que ocurrió con Jauretche, pasó también con FORJA, y como decíamos anteriormente, sucede con el pensamiento de Scalabrini Ortiz.

Representa para nosotros un especial interés aclarar las desviaciones a las que “Don Raúl” fue y es sometido.
Buscaremos por lo tanto, enumerar los equívocos que suelen cometerse al hablar de Scalabrini y rectificarlos de la manera más clara y contundente posible.

a- Scalabrini radical: Raúl nunca fue radical. Más por el contrario, descreía del radicalismo, y por eso jamás militó en sus filas. El error puede darse, debido a que Scalabrini, luego del proceso político del irigoyenismo, al cual no adhirió, comenzó a defender a Don Hipólito como uno de los caudillos nacionales. Para decirlo más claramente, Scalabrini fue irigoyenista pero no radical. Y lo fue una vez derrocado Irigoyen y agotado su proyecto político. Recién en ese momento comenzó la reivindicación histórica del caudillo radical, como expresión del movimiento nacional.
Claramente lo decía Scalabrini Ortiz: “El radicalismo, el organismo que Irigoyen había creado en cuarenta años de paciente elaboración, ya no era una vía de expresión de los anhelos del pueblo: era un instrumento más de la oligarquía, es decir, un eco de la voluntad extranjera de sojuzgamiento y expoliación.

Ser un reivindicador de los derechos populares, ser respetuoso de la voluntad del pueblo, equivalía a revolucionar el orden del régimen. Quien aceptara para sí la representación legítima del pueblo no podía dejar de ser revolucionario en el más completo sentido de las palabras. E Irigoyen fue un revolucionario integral. Lo fue por sus ideas, por sus sentimientos, por su conducta y hasta por su técnica de gobernante.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario