miércoles, 3 de julio de 2019

Los discursos de Yrigoyen y Alvear sobre política exterior (1916-1930) - Parte 2


La actitud que tomó el país ante la guerra es la de "la ejecución de preceptos universalmente reconocidos, debía producir, y llegado el caso aplicar normas que constituyeron siempre el patrimonio común de la humanidad. " (AL, 1918, 126), es decir, el obrar de acuerdo a derecho, otro precepto idealista.
La neutralidad argentina tuvo dos fuertes inconvenientes, el primero fue la guerra submarina declarada por Alemania, y el segundo la participación norteamericana, a la que haremos referencia en el apartado con respecto a la relación con América.
Con respecto al primer punto, Yrigoyen sostuvo:

El gobierno se apresuró a contestar dicha notificación manifestando que se ajustaría, como siempre, su conducta a las normas y principios fundamentales del derecho internacional, normas que en su concepto, desconocía la notificación del gobierno alemán. (AL, 1917, 90)

Esta declaración de la guerra submarina causó problemas con naves argentinas, los veleros "Monte Protegido" y "Oriana" y el vapor "Toro". Para el primero la reclamación diplomática tiene sus frutos, ya que "el gobierno alemán se apresuró a reconocer la reclamación anunciada manifestado estar dispuesto a satisfacer la reparación del daño causado" (AL, 1917, 91). Con respecto a los otros dos, al momento del mensaje, "nada se puede adelantar hasta tanto se reunan todos los antecedentes" (AL, 1917, 91). Al año siguiente se vuelve a hacer alusión a la reclamación por el hundimiento del "Monte Protegido" pero se incorpora la del "Toro".

En el mensaje de 1919, ya concluido el conflicto, se analizan las consecuencias del mismo desde dos puntos de vista, uno económico y otro político.
Desde el punto de vista económico se cree que el fin de la guerra:
... produjo como resultado un desequilibrio el comercio exterior y la navegación van poco a poco recobrando su anterior expansión mediante la desaparición de las restricciones impuestas como medidas de guerra. "(AL, 191, 164)
Esto refuerza la posición ya señalada con respecto a la creencia del escenario futuro de posguerra en donde se volvería a la situación anterior. Por otro lado, esta creencia en la década de 1920 estuvo muy extendida, no sólo en nuestro país sino también en Europa4.

El otro punto tiene que ver con la creación de la Liga de Naciones, siendo calificada como uno de los "grandes conquistas morales que podrá beneficiar la humanidad (AL, 1919, 163).
Pero también se deja sentada la posición de las condiciones por las cuales el país aceptaba participar de ella. Aunque:
... aceptaba concurrir a la discusión general con el más amplio espíritu y con el propósito de propender a la realización y estabilidad de la sociedad de las naciones; pero que no creía deber discutir sus bases en reuniones privadas ni que debía mantenerse el distingo de beligerantes y neutrales, ya que esa Liga tenía por objetivo establecer y regir la paz futura entre todas las naciones del mundo. "(AL, 1919, 163)

Yrigoyen adhirió a esa organización, la Liga de las Naciones, porque ésta debía fijar "la relación de derechos con que nuestra democracia se unirá a las demás democracias del universo. " (AL, 1919, 164)

Esta adhesión reconoce su origen en las palabras pronunciadas por el presidente estadounidense, Wilson, ante el Congreso de su país:
La igualdad de las naciones sobre la cual debe fundarse la paz, para ser duradera, debe ser también una igualdad de derechos; las garantías establecidas no deben reconocer o implicar una diferencia entre naciones grandes y pequeñas, entre las poderosas y las débiles.5

La similitud con el planteo yrigoyeniano tiene que ver con el origen kantiano de esta toma de posición por parte del presidente norteamericano6. Pero la presión de las potencias europeas, fundamentalmente Francia, desvirtuó estos postulados originales, produciendo cambios sustanciales en esta organización internacional naciente7.

Esta situación generó en el mensaje siguiente que se sostuviera con respecto a la Liga una posición menos entusiasta, señalando sólamente que "profesando fundamentalmente el deseo de paz universal, se adhirió. " (AL, 1920, 204)
Al año siguiente este tema es excluyente, allí se menciona el rol del país "la delegación argentina propuso como esenciales los principios de universalidad de la Sociedad de las Naciones y de la igualdad de todos los Estados soberanos. " (AL, 1921, 237)

Y ante la postergación de estos principios:
... el gobierno argentino entendió que sin la aceptación de dichas bases fundamentales no se llenaba el ideal que él tuvo en vista al adherirse a la formación de la Liga de las Naciones, para asegurar la paz de la humanidad, y en consecuencia postergada su consagración, la delegación argentina procedió a retirarse del seno de la Asamblea. (AL, 1921, 237)
Esa toma de posición respecto de la Liga de las Naciones está íntimamente relacionada con el principio de no intervención, sostenido por el radicalismo, que se fundaba en el respeto de la propia decisión de cada pueblo a decidir su destino; en eso había consistido su lucha. Pero a pesar de ello, existieron discrepancias con el ministro argentino en París, y futuro presidente, Marcelo T. de Alvear, quien disentía de esta postura oficial, como ya también se había manifestado durante el conflicto8. Estas discrepancias, producto de las diversas tensiones que se encuentran en el seno del radicalismo, no son producto de una visión distinta del mundo, como veremos, sino más bien de oportunidad, para contribuir al nuevo escenario que se estaba configurando.
Con respecto a América se nota una clara diferencia con los gobiernos anteriores9, ya que para Yrigoyen los pueblos de este continente:
... no deben permanecer aislados unos de otros, ante la actual convulsión universal, sino congregarse a efectos de uniformar opiniones y coordinar en lo posible el pensamiento común en la situación por que atraviesa el mundo. (AL, 1917,91/2)

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