martes, 18 de junio de 2019

Violencia en la Argentina - Los políticos se definen - Parte 6


Luis Pan: Me adhiero al distingo de Nadra entre terrorismo y violencia. De entrada quiero plantear una cuestión previa. Si los grupos que ejercen la denominada violencia de abajo tomaran el poder, todos los que no perteneciéramos a ese grupo, ¿podríamos leer el diario de nuestra preferencia?
Galimberti: No tenemos intención de clausurar La Vanguardia (risas).
Pan: La Vanguardia se lee muy poco y usted es muy joven para hacer ironías. Yo también he ejercido la violencia. La nuestra tenía sencillez y pequeños reclamos. Queríamos, durante la dictadura —bajo la cual padecimos exilio, persecución y tortura—, utilizar la televisión y la radio para exponer nuestras opiniones. Nos contentábamos con poco y eso no nos fue concedido. Incluso se dictó en 1951 una ley prohibiendo las alianzas de partidos.
Alberti: La alianza era un hecho, de cualquier modo. La Unión Democrática sobrevive durante el año 1947, lozana y fresquita.
Pan: Hablaba del año 1951. ¿Es cierta la existencia de la ley, doctor Alende?
Alende: Así es. También es cierto que yo estaba en contra.
Pan: ¿De la ley?
Alende: De la alianza, doctor (Risas).
Pan: No es cuestión de bromas. Yo no soy doctor.
Alende: Discúlpeme, no quise ofenderlo (Risas).
Pan: Todos nosotros hemos ejercido la violencia. La hemos ejercido en la forma que dije hace un momento, en los años 1940, 1941, 1942, en que había que sacudir al imperialismo nazi en el país. No nos extraña la palabra violencia. Lo que no podemos aceptar es que sean proclamados como hechos legítimos el terrorismo y la eliminación de las personas. En los episodios, de violencia que viene conociendo el país en los últimos cuatro años concurren expresiones pueriles, insuficiencias políticas, falta de madurez, propensión a la aventura. Lo único que obtienen como contrapartida es la irrupción violenta de gobiernos o movimientos de derecha. Los actores de la violencia invocan a menudo el nombre de Marx. Pero lo primero que hizo Marx en 1844 cuando llegó a París fue exigir que abandonaran la clandestinidad los que no eran reconocidos como ciudadanos, y así se terminara con el infantilismo terrorista de Blanqui y otros adeptos.
Alberti: Si usted considera a Marx como predecesor de Américo Ghioldi, evidentemente se referirá a Groucho Marx.
Pan: La función cómica la sabe usted hacer muy bien.
Alberti: Y yo reitero mi admiración por su predisposición para la tragedia. Le falta lectura de Marx a través de Lenin.

Jorge Selser: Voy a tratar de ejercer la menor violencia posible sobre el auditorio, tratando de ser lo más breve posible (Risas). Nadie quiere la violencia —por lo menos el elemento sano— por la violencia en sí, sino con determinados fines, y utilizándola hasta donde sea necesaria. Hay también un problema de estrategia general. A veces tenemos que juzgar si un movimiento de terror sirve a la posibilidad del cambio social. Entonces concluimos que no toda violencia puede ser considerada ampliamente positiva, como no toda puede ser considerada de carácter negativo. Si no, tendríamos que rechazar la toma de la Bastilla y tendríamos que decirle a los hombres de Vietnam que aguanten la presencia norteamericana en Vietnam, porque habría que evitar la violencia; o bien aconsejarles a los hermanos dominicanos que soporten la presencia de las tropas norteamericanas, auxiliadas por las brasileñas, para implantar una dictadura del terror, porque hay que evitar la violencia. Y nosotros no estamos en eso. Las estructuras económico-sociales en la Argentina estaban ya preparadas para una etapa de violencia, porque eran tremendamente injustas. Y el 28 de junio de 1966, un golpe militar se dirige a consolidar el statu-quo e implanta —porque no se tienen urgencias electorales— la política de Adalbert Krieger Vasena. Hay entonces también un terrorismo oficial de tipo económico y que se verifica también en el cierre de los canales de participación del pueblo argentino: los partidos políticos. Entonces, la población se rebela a través de diferentes circunstancias que necesariamente no pueden ser totalmente claras. ¿Qué intención podían tener los hombres del cordobazo? No se les puede pedir a esos hombres que suscriban una carta de intención acerca del futuro gobierno democrático.


Pan: Cuando uno está en contra de algo tiene que saber qué quiere en su reemplazo.
Selser: Le pido que no me interrumpa más, por favor. Creo que su observación es equivocada, porque todas las revoluciones demuestran que no puede haber una completa conciencia en los hombres que toman intervención en un proceso histórico. Saludo al cordobazo como una manifestación positiva que provocó la actual intención de convocar a comicios. Existe un círculo vicioso de la violencia en el que el gobierno militar tiene una responsabilidad fundamental. Ese círculo se rompe devolviendo la soberanía política al pueblo argentino. Derogando leyes inconcebibles, porque sabe Nadra que no soy comunista..



No hay comentarios.:

Publicar un comentario