miércoles, 19 de junio de 2019

Violencia en la Argentina - Los políticos se definen - Parte 8


Es posible que haya, en este proceso de renovada violencia, núcleos de inspiración y orientación extranjera, y es posible que haya otros más locales, pero extraviados en la estrategia. Pero hay hechos —todas las rebeliones provinciales y vecinales— que ilustran sobre el estado de rebelión del país. Hay gente en la Argentina que quiere, aunque parezca un rasgo de humor, creer hasta en los militares. Sin ser electoralistas, admitimos que la hipótesis electoral es todavía una vía válida, si el gobierno toma la iniciativa de desbrozar ese espinoso sendero de las urnas.

(Una vez terminada la primera rueda de intervenciones, Panorama abrió la discusión sobre otros puntos de interés vinculados con el tema. Lo que sigue son latí definiciones más tajantes de los expositores).

Alberti: Considero que la historia no es la consecuencia de los actos de grupos que están en la cúspide de la sociedad, por ello opino que los sectores minoritarios que se dedican a la acción armada en nombre de la revolución, podrán ser revolucionarios en el terreno ético, subjetivo; pero en los hechos no lo son: objetivamente constituyen un punto de apoyo para fortalecer el sistema represivo. Pero hemos dicho que hay otra minoría armada, que actúan en nombre del tradicional estilo de vida argentino, para conculcar los derechos del pueblo, imponer una política económica antinacional. Yo, juzgaría, por ejemplo, a los altos mandos militares que en junio de 1966 derrocaron a un gobierno —también nacido de la proscripción— que tenía dos millones y medio de votos para imponer a un presidente con los votos de los tres comandantes en jefe.

Alende: En los últimos años se ha demostrado que las Fuerzas Armadas no sólo no promueven la revolución nacional, sino que la sofocan y hasta la temen. Si se resignan a convertirse a los designios del Departamento de Estado o del Pentágono, en policías internas dentro de su propio país para avalar los intereses antinacionales que tratan de prevalecer, entonces no habrá cauce cívico militar para la revolución. Por eso nosotros planteamos, en este momento, el camino de la elección. Cualquier proscripción, por supuesto, sería violenta.

Allende: Yo me pregunto, si la exclusión del líder a quien todos consideramos representante de más de la mitad de la Argentina no es violencia, entonces ¿qué es violencia?

Dulevich Uzal: Le reconocemos legitimidad plena a la violencia social. Consideramos a la política económica actual como violenta, agresiva para la mayoría de la población argentina. En cuanto al problema de las proscripciones, nosotros no las propiciamos pero no se concurre a elecciones estimulando la guerrilla por un lado y exhortando por el otro a esa misma concurrencia.

Selser: Me parece que los reclamos del embajador Rojas Silveyra y otros militares para que todo el mundo se defina sobre este tema carecen de entidad. He definido la política económica actual como terrorismo económico. Lo táctica y la estrategia de mi partido no coinciden con los asesinatos de Sallustro y el general Sánchez.

Galimberti: Estimo francamente descabellado el pedido oficial de un pronunciamiento del general Perón en las presentes circunstancias. Elogio la digna actitud de la Democracia Cristiana de negarse a concurrir y, por supuesto, no coincido con la actitud asumida por mi movimiento, la que he acatado por disciplina revolucionaria. Como se han hecho alusiones a las torturas durante el peronismo y a la actuación de Cardozo y Lombilla estimo conveniente nuevamente no juzgar la violencia en abstracto. Un gobierno revolucionario necesita un aparato policial, puede fusilar, pero no va a torturar. Respecto de esos personajes que mencioné, nosotros como movimiento popular nos avergonzamos de ellos y hacemos la autocrítica. Y no solo de ellos, sino también de algunos que en las actuales circunstancias los tenemos sentados muy cerca nuestro en el movimiento y a los que en cualquier día les vamos a dar como condecoración la Picana de oro.

Nadra: Para nosotros hay una ciencia de la revolución y una ciencia de la política. Si queremos construir un camino revolucionario tenemos que seguir un camino de masas. Porque nosotros sabemos que el general Sánchez era el jefe de la represión en Santa Fe, responsable directo de las torturas a Norma Morello, y que Oberdan Sallustro, era el cesanteador de 500 obreros mecánicos, pero su eliminación física no elimina las causas de los problemas y genera inmediatamente más represión y más dificultades para el avance del conjunto del pueblo. Las restricciones hacen fraudulenta cualquier elección. Hablemos claro: ¿Por qué Perón no va a ser candidato? Si el pueblo vota a Perón, que sea presidente. Esa es la única manera de "jugar limpio": con todos v sin represión.

Pan: El país está necesitado de que se clarifiquen las mentes y se salga del camino trillado de las frases rituales. Decir que la violencia de arriba genera la de abajo no lleva a nada, porque los que están en la "revolucionaria", si llegan a escalar el poder —como dijo Galimberti—, impondrán su propio aparato represivo. Entonces se volverá a producir la violencia de abajo. Hay en este momento confusiones notables. La actitud torpe y subalterna que ha tenido que asumir el embajador Rojas Silveyra en Madrid, demandando definiciones de Perón en tono impropio de un diplomático es injustificable. Con eso no quiero reivindicar al exiliado. Aquí hemos hablado de leyes represivas, a las que me opongo, y no son más que la herencia de las que se dictaron entre 1945-1955. Quiero hacer constar que no me parece legítima la violencia de grupo: eso sin tapujos se llama fascismo.

Revista Panorama
20.04.1972




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