miércoles, 26 de junio de 2019

LORENZO LUGONES (1796 - 1868) - Parte 1


Lorenzo Lugones nació en Santiago del Estero el 10 de agosto de 1796 y murió en Tucumán el 21 de enero de 1868. A los 14 años de edad se incorporó al ejercito, al Cuerpo de Patricios Santiagueños. Como guerrero de la independencia, combatió en todas las batallas libradas por el Ejército Auxiliar del Perú en las campañas del Norte. 


Introducción

Al emprender un trabajo tan superior á mis fuerzas y ajeno hasta cierto punto de mi profesion, he tenido en cuenta concurrir con mi grano de arena al esclarecimiento de la verdad histórica de mi país, trasmitiendo á la posteridad en su verdadero punto de vista, los distinguidos hechos de tantos varones ilustres, hijos beneméritos de la Patria.

Estos apuntes no serán un modelo de elocuencia y erudicion, ni encontrarán los que los lean aquel estilo florido de otros escritores que por sí solo basta para escitar interés y cautivar la atencion; yo escribo á mi modo, llana y sencillamente los hechos que han pasado ante mis ojos y de los cuales soy actor y testigo; sin prevencion de ninguna clase, sin pretension de ninguna especie y sin aspiraciones de ningun género.

Mas antiguo en el servicio que el ilustre general Paz, comenzaré la narracion de mis recuerdos históricos desde la cuna misma de la Independencia de mi país en la formacion del ejército auxiliador del Perú.

Mis lectores me dispensarán sí en los primeros pasos de mi carrera militar me ocupo de pequeñeces insignificantes para otros; pero para mí de muy gratos recuerdos y que ponen en transparencia el entusiasmo puro de aquellos tiempos de verdadera abnegacion y patriotismo.


Los Nuevos Campeones de la Patria (mayo, 1810)

Nací el día diez de agosto del año 1796, en Pampallagta curato de Soconcho, jurisdiccion de Santiago del Estero, estancia de la propiedad de mis señores padres don German Lugones y doña Maria Petrona Trejo, naturales ambos de dicha capital, y de aquí podrá deducir el lector cuan al principio de mi educacion y estudios estaría yo, cuando resonó en el nuevo mundo el grito de independencia y libertad, claro está pues, que aún no había tiempo para haber salido de las tinieblas de la infancia y cuando á la luz del Sol de Mayo de 1810, quise abrir los ojos, me encontré en las filas de los que llevaban el nombre de Nuevos Campeones de la Patria.

En aquel tiempo pues, de tan grandioso y solemne acontecimiento público, no había ni podía haber otra causa que la de libertar á la Patria; los americanos del Virreinato de Buenos Aires se disputaban á cual más sacrificios hacían por una causa tan sagrada: —mi padre había hecho los suyos á su vez y sin embargo de haber contribuido con su persona y alguna parte de los cortos bienes de su muy escasa fortuna, para dar mayor prueba de su decisión y entusiasmo, quiso hacer de mí un presente á la Patria y fuí admitido á su servicio en clase de cadete en el primer ejército Sud-Americano, levantado en medio de las aclamaciones, para combatir por la Libertad é Independencia de América.


La primera carta que recibí de mi padre (octubre, 1810)

Tan luego de haberme incorporado al ejército en Santiago, marché al Perú en la comitiva del general en jefe don Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, que mandaba la expedición, iba yo bajo la protección del secretario de guerra doctor don Vicente Lopez y á los tres días de hallarnos en Tucumán, recibí una carta de mi señor padre, escrita por la primera vez después de mi salida, cuyo contenido, poco más ó menos era como sigue:

«Santiago del Estero, octubre de 1810. — Mi querido hijo Lorenzo: — Por el Dragon Sustaita que acaba de llegar á estas con las comunicaciones del General y por la que me escribe el Secretario he sabido que llegaron buenos; mucho me alegro que hayan sido tan bien recibidos en esa; pero me ha sido muy sensible que no me hubieses escrito teniendo tan buena proporción: esta omisión no tiene disculpa y sin embargo te lo dispenso con tal que no vuelvas á cometer otra igual falta. Con el alferez Zeballos que conduce los equipages del cuartel general, te remito tu cama y la ropa militar que recien ayer la han concluido de coser: los adjuntos papeles contienen dos cosas esenciales para tí: primero, la fé de bautismo acompañada de los certificados de tu buen origen, requisito necesario para ser admitido en tu clase, no obstante que, la genealogía del militar está en la foja de sus servicios y los ascensos obtenidos con suficientes méritos, son los verdaderos títulos de su linage, el segundo es, un credencial tomado razón en ésta tesorería y librado á la Comisaria del ejército para que se te abone la onza mensual que te asigno según ordenanza, hasta que llegues á ser oficial. Te advierto que vas formalmente recomendado á mí amigo el Secretario de guerra doctor don Vicente Lopez, al Intendente del ejército y al mismo General en jefe para que ocurras á ellos cuando te sea necesario, teniendo cuidado de no molestarlos á manera de un niño majadero, especialmente al Secretario que ha de hacer mis veces contigo: advierte pues que ninguna recomendación puede servir sin el acompañado de una buena comportación: te prevengo que en todo caso el honor es lo primero y habiendo de elegir un partido entre la muerte ó la deshonra, no se debe trepidar en abrazar lo primero.


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