“El sector más desposeído de la humanidad son los chicos.
Los chicos no votan, ni pueden hacer huelga.”[1] Florencio Escardó no lo dudó. Su vocación
sería la pediatría. Tenía 22 años cuando ganó un concurso para practicante
menor en el Hospital de Niños. El impacto de su primera visita a esa
institución lo cambiaría para siempre. Años después recordaría: “En una
sala había dos filas de 15 niños cada una, 15 bebitos de menos de un año, que
trataban de embocar la mamadera puesta en un armazón de alambre. (…) Nadie los
cuidaba. Ese espectáculo para mí fue terrible y decidió mi vida totalmente”[2].
Tres décadas más tarde, ya transformado en Jefe de Servicio,
autorizó la internación conjunta de madres y niños. “La única sala que
internaba a las madres con los chicos era la mía. Las otras 18 no lo hacían. El
lío se armaba en la puerta, porque todas las madres querían venir a mi sala. No
porque fuera la mía y fuera excelente, sino porque podían estar con sus hijos.
(…) Pero es algo obvio: ¿quién puede atender mejor a un chico que su propia
madre?”[3]
Hasta entonces las madres solo podían visitar a sus hijos
dos horas al día. Fue una revolución que le valió infinidad de críticas de sus
colegas. “La sala parece una villa miseria”; “Las madres comen la comida
destinada a los hijos”; “los baños se tapan porque las madres tiran algodones”
fueron algunas de las frases que se escucharon por aquellos tiempos. Sin
embargo, la incorporación de las madres a la Sala 17 –como llamaron
familiarmente a la Sala Cátedra de Pediatría del Hospital de niños “Ricardo
Gutiérrez” – fue su gran orgullo.
Florencio Escardó nació en Mendoza el 13 de agosto de 1904.
Cursó sus estudios secundarios en el Nacional Buenos Aires. A los 15 años ya
había definido su vocación. Sería médico: “Tal vez haya influido mi bisabuelo
Gregorio Andrada Taborda, que había sido médico del ejército portugués que
enfrentó a Napoleón”.[4]
Estudió Medicina en la Universidad
de Buenos Aires y obtuvo su título en 1929. Se especializó en pediatría en
Francia e Italia. De regreso al país, se desempeñó en el Hospital de Niños,
hasta 1947, año en que fue dejado cesante por razones políticas. Para entonces,
ya había publicado numerosos trabajos sobre puericultura, alimentación,
neurología infantil, entre ellos, La inapetencia infantil, Neurología
infantil, Manual de Neurología con el doctor Aquiles Gareiso, La
Neumoencefalografía en el lactante, La epilepsia en el niño, etc.
Referencias:
[1] Mónica
Sabbatiello, “La inteligencia del corazón”, Revista First, abril de 1988,
pág. 46-49.
[2] Mónica
Sabbatiello, cit.
[3] Ibídem.
[4] Horacio
J. Spinetto, “Florencio escardó: Médico, maestro y escritor”, en Revista Todo
es Historia, Nº 425, diciembre de 2002, pág. 20.
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