miércoles, 13 de marzo de 2019

LA CRISIS DE 1874 Y LA ZANJA DE ALSINA



Los intentos de enajenar el Banco de la Provincia fueron varios y diversos. En 1862 hubo un proyecto de Dalmacio Vélez Sarsfield para nacionalizarlo, y otro de Norberto de la Riestra para privatizarlo; pero ambos chocaron con la oposición de comerciantes y productores. 

Después, el Banco de la Provincia se expandió hacia el interior bonaerense, y la plaza bancaria porteña se hizo plural, con la formación de entidades nuevas como el Banco de Mauá, y el Banco de Londres, entre otros. Hacia el año 1870 renacen los intentos de nacionalizar el Banco Provincia, que tampoco esta vez logran consenso y, finalmente, en 1872 se funda el Banco Nacional como entidad privada. Faltaba una política monetaria nacional; en el interior del país había varios bancos emisores de billetes, no siempre con la garantía suficiente. La expansión de la red ferroviaria favorecía las urbanizaciones, pero el proceso de rápida valorización inmobiliaria estimulaba la especulación. 

El estado nacional contrató en oro, un empréstito externo para obras públicas, cuyo capital depositó en el Banco de la Provincia y, por lo tanto, alimentó el circuito comercial... y también la especulación, pues las inversiones productivas eran pocas. La crisis financiera internacional se desencadenó en 1873, y encontró a la Argentina con un balance desfavorable en su comercio exterior. Caían los precios de la lana, y para nivelar el déficit hubo que exportar oro, afectando la garantía del circulante. También hubo que contratar empréstitos, cuya cobertura tuvo a favor un oportuno crecimiento de la agricultura, pero exigió un fuerte sacrificio presupuestario y fiscal. El Banco de Mauá, enorme “holding” que operaba en Brasil, Uruguay y Argentina, había alcanzado gran influencia en el desarrollo de estas economías, fundando la Compañía del Gas de Montevideo, la Compañía de Navegación del Amazonas, y muchas otras. Su propietario, Ireneo Evangelista de Sousa, había sido ennoblecido por don Pedro II de Brasil como Barón y Vizconde de Mauá, lo que da idea de la trascendencia a que apuntaban sus empresas. 

Por eso, su quiebra fue una catástrofe más para este castigado panorama. El Banco de la Provincia de Buenos Aires vio entorpecida, pero no detenida, su marcha expansiva a causa de la crisis. Mantuvo a salvo su crédito exterior, hasta en la fase más alarmante de la crisis, hacia 1876 y, como bien señala la historiadora Lía Sanucci, ayudó a salvar al país de una bancarrota generalizada. Entre 1875 y 1881 no se habilitaron nuevas sucursales, salvo el traslado de la filial que funcionaba en Capilla del Señor (cerrada el 31 de diciembre de 1880) hasta la ciudad de Luján, donde las operaciones se reabrieron el 3 de enero de 1881. 

Ese ciclo fue denso en problemas económicos y políticos. No hay que olvidar el esfuerzo que, a los gobiernos nacional y provincial, significaron las grandes obras realizadas en el oeste bonaerense, bajo la gestión ministerial del doctor Adolfo Alsina. El nombre de “la Zanja de Alsina” incluye mucho más que la excavación en un campo vacío. El “desierto” no era un vacío, y la obra constituía un programa de gobierno para activar dos mil leguas superficiales, que representan para el pastoreo y para la producción cinco millones de vacas... según lo expresaba el propio ministro Alsina. La Zanja no estaba concebida contra las tribus indígenas, sino para entorpecer el paso de las vacas. Se trataba de cortar las antiguas rastrilladas e impedir los arreos de ganado, robado a las estancias de cría, y vendido en el centro clandestino de Valdivia (Chile). La zanja se complementaba con seis comandancias y ciento nueve fortines, y con la red de líneas telegráficas que comunicaban a las terminales ferroviarias con la capital. Por ley provincial del 7 de agosto de 1876, el Banco de la Provincia quedó autorizado para abrir al gobierno nacional el correspondiente crédito, a los efectos de financiar las obras. Pero la muerte del doctor Alsina (el 29 de diciembre de 1877) y su reemplazo en la cartera militar por el general Julio Roca, originaron un cambio de conceptos en el manejo de la cuestión.



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